Promesa - Capítulo 3

Soy un asco de persona, ya lo sé, les prometí el capi y no cumplí, lo peor es que volví tan hecha moco de Buenos Aires que ni siquiera publiqué enseguida!

Por eso se los traigo hoy con mis más sinceras disculpas!!
La imagen que dejo es la que utilicé como cabecera en el foro de supernatural, a partir de éste capi, iré subiendo cada imagen que usé con su respectivo capítulo!

PESADILLA

La siente reptando hasta él, hasta la conciencia, como cada noche, la pesadilla se abre camino y lo golpea en toda su negra y pestilente cadencia. En esos momentos sabe de qué se trata, sabe lo que se viene, luego... luego no recordará nada.


Por la mañana no sabrá por qué teme dormir cada noche, no es hasta que se duerme que sabe lo que sucede cada vez que se entrega al cansancio, no es hasta que cierra los ojos que sabe de sus pesadillas.

No es siempre la misma, pero en todas pasa algo parecido, él es un monstruo, uno oscuro y perverso, que se regodea destruyendo almas, almas de nombres grabados a fuego en su memoria, gritan, imploran sin control por piedad, pero a él no le queda de eso, su propio dolor es tan grande que ha consumido cada vestigio de bondad. No presta atención a los ruegos, se burla de ellos, se ríe en la cara de quienes los realizan y se dedica con exquisita y nauseabunda lentitud a aplicar los conocimientos grabados en su piel, carne y huesos por Alastair.

Pero a veces la pesadilla se vuelve original y ya no son almas de desconocidos, ya no son asesinos, suicidas, violadores, estúpidos participantes de pactos demoníacos, a veces, es Sam.

En ocasiones se divierte torturando sin piedad el cuerpo de su hermano, disfrutando vilmente de su sangre derramada, de sus gritos desgarrados, de sus ojos irisados clavados en los propios inundados de un horror imposible de describir. Todo ello mientras una parte de su ser intenta desesperada que se detenga, una voz debajo del placer que se revuelve violenta ordenando que pare, pero él no quiere escuchar esa voz, no quiere sentir ese dolor en su pecho, no quiere entender lo que está haciendo. Sin embargo la voz se hace cada vez más fuerte, hasta que su sonido se cuela claro en sus oídos y el cerebro detenido comienza a pasar registro de sus acciones, y es entonces que se da cuenta de lo que ha hecho. Siempre es lo mismo, el cuerpo de su hermano yace bajo él, una masa irreconocible de sangre, piel extirpada, carne abierta, vísceras derramadas y los ojos estáticos clavados en los suyos con una muda plegaria de piedad grabada en su última mirada.

El horror lo golpea cruelmente y cae del potro de tortura alejándose, arrastrando el culo en el suelo mientras resbala entre los fluidos que lo decoran, se aleja cuanto puede de frente al cuerpo sin vida que lo acusa silencioso, su espalda golpea la pared de la cueva y sigue empujando contra ella, ya no intentado alejarse del cadáver, sino de lo que él le ha hecho a su hermano. Pero es imposible huir de ello, las pruebas acusadoras lo cubren de pies a cabeza, ve sus manos y las refriega contra la camisa, de nada sirve, está tan manchada como el resto de él, se restriega contra la dura roca de la pared dejando su propia piel en ella, provocando que su sangre se mezcle entre la seca. Nada sirve, no puede limpiar la suciedad que lo cubre, no importa si brillara de limpio, esa suciedad no se alejará jamás, está cubriendo su alma y nada puede hacer por quitarla.

Escucha un sonido e instintivamente se vuelve, dando la espalda a la pared, es su hermano, con dificultad se está poniendo en pie y lo mira con odio, puede sentir la bilis que derraman las palabras que dice.

-Me mataste Dean, tú me mataste. Eras mi hermano, se suponía que tu trabajo era protegerme, me prometiste que encontrarías la forma de salvarme...
-Lo...lo siento Sammy...yo...
-¡¡¡NUNCA – VUELVAS – A – LLAMARME – ASÍ!!! NUNCA!!! TU ME MATASTE.
-No...yo... - siente el pecho cerrarse, los pulmones dejando de cumplir su función- yo...
-TU NADA, NADA DEAN, NUNCA MÁS, NADA. NO SERÁS NUNCA MÁS, NADA MÁS QUE UN ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO.

Dean se cubre los oídos intentando en vano acallar la acusación mientras esta se ve ampliada por un coro de cientos de voces.

-ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO. ASESINO.

Finalmente Dean despierta, el corazón latiendo desbocado, la respiración ahogada, el rostro empapado de lágrimas, no hay grito saliendo de sus labios, pero sí está él corriendo veloz hacia el baño. Devuelve en el inodoro la cena consumida hace horas, se inclina pesado contra los azulejos fríos mientra extiende una mano para abrir la ducha. Se cuela dentro y se deja caer, retrae las piernas, abrazándolas, dejando el agua caer sobre su cuerpo tenso, la mirada fija en la nada. Se queda allí hasta que el agua pierde el calor, y se queda allí mucho tiempo después de que ésta sale helada, mucho después de que sus labios se han vuelto azules y todo su cuerpo tiembla con violencia.

Se queda hasta que la alarma de su teléfono suena y lo devuelve de golpe a la realidad. Parpadea, por primera vez en horas. Reconoce el lugar en el que se encuentra, cierra la ducha, se quita la ropa empapada, toma una toalla y se envuelve en ella, intentando obtener algo de calidez que le devuelva la precisión a sus movimientos. Sale del baño y se viste, tiene el itinerario del día planeado. Recoje todo su equipaje y lo lleva hasta la camioneta que usa, una muy parecida a la que usara su padre. Se pone en marcha hacia el bosque en busca del wendigo que sabe anda cerca. No piensa ni un solo segundo en lo que ha sucedido, no tiene importancia, cada día despierta bajo el agua fría de alguna ducha, ni siquiera es consciente de la razón.

No le importa, aún puede hacer su trabajo, aún es bueno en ello, más que bueno, nunca ha sido mejor. No tener nada que perder, no tener miedo a morir, te hace ser condenadamente bueno en un trabajo donde el mayor riesgo es perder la vida.

Aleja de su mente su extraño despertar, en su fuero interno sabe que tiene que ver con Sam y prefiere no pensar en ello, ni en su hermano, ni en Cass, Bobby y su nena. Nada que le recuerde su pasado, nada que le recuerde lo que fue una vez, lo que hizo.

Ahora no es más que un cazador y no quiere ser más que eso. Su trabajo es matar criaturas de pesadillas y se ha vuelto extremadamente eficiente cumpliéndolo. No hay descansos, no hay salidas, no hay diversión, sólo el salto entre un caso y otro. Cuando no está cazando, está investigando, cuando no está investigando, está entrenando, eso hace cada día hasta que sin fuerzas cae desmayado en la cama.

A veces le toma un par de días de trabajo sin descanso lograr que su cerebro se apague. En ocasiones media botella de whisky, o lograr que alguien lo noqueé en una pelea de bar, lo cual no ocurría casi nunca, cuando peleaba un instinto guerrero se despertaba en él y las consecuencias solían ser un grupo de gente gimiendo en el piso mientras él aún se mantenía en pie. Por esa razón había desestimado esos intentos, ahora se centraba en el cansancio extremo. El alcohol ayudaba, pero tenía consecuencias en su desempeño así que se alejaba cuanto podía de él, cayendo ante la tentación cuando su mente se negaba estoicamente a desconectar. Pero hacía su mejor esfuerzo para evitarlo, sólo le quedaba una cosa, la cacería, no arruinaría eso también.

Ya no le quedaban más que unos pocos kilómetros para el linde del bosque, éste wendigo lo había enojado, hacía un par de semanas había atacado un contingente de niños de escuela primaria que estaban acampando, él no supo del ataque hasta diez días más tarde cuando ocurrió un segundo ataque. En cuanto sumó los hechos supo a qué se enfrentaba y sin pensarlo dos veces viajó más de dos mil kilómetros para acabar con esa bestia. Ese día encontraría la cueva y acabaría con ese ser, había tenido que esperar el amanecer, pero nada lo retrasaba ahora.

El wendigo había cometido su último error y Dean Winchester se lo haría pagar.


Continuara...

Ay, espero me perdonen!! Besitos a todos!! :)