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martes, 15 de mayo de 2012

Promesa - Capítulo 11

Ya casi se termina... ya casi!!!




ELECCIONES - VERDADES


Sam seguía pensando en lo que Sammy había dicho y en todo lo visto de la vida de su hermano, intentaba concentrarse, sacar de toda la información que tenía aquello que podría usar para ayudar a Dean, pero era condenadamente difícil cuando a cada instante se formaban imágenes frente a sus ojos, más y más recuerdos de su hermano que lo forzaban a alejarse de su propia mente para centrarse en la de Dean.
Lucha contra la distracción, pero pronto lo que se le muestra se vuelve demasiado interesante, una ventana se ha abierto a los años en que su hermano y él permanecieron separados, Sam no trata de pasar por alto estos momentos, se centra en ellos, quiere ver cómo fue la vida de Dean y su padre solos, cómo funcionaba esa familia de dos.
Los primeros fueron tiempos difíciles, el diálogo entre su padre y Dean era casi inexistente, de hecho, su hermano había vuelto a estar tan callado como esos primeros tiempos después de la muerte de su madre. John en cambio se mostraba tranquilo, quizás dando a su hijo el tiempo que sabía necesitaba para superar su nueva pérdida. Siguieron cazando y eso obligaba a su hermano a no retraerse por completo, aún tenía un trabajo y Dean sabía cómo hacerlo. Siempre tenía una sonrisa a mano o un comentario astuto que les ayudara en su desempeño, pero en cuanto la necesidad desaparecía, también lo hacía su voz.
Deben haber pasado meses hasta que Dean empezó a hablar por cuenta propia, todo podría ser casi igual, si no fuera la sonrisa que también apareció en el rostro de su padre. En todo ese tiempo su hermano no reprochó ni una vez las palabras que John le había dicho a su hermanito, ni tampoco la actitud de Sammy, en realidad, era como si hubiera echado un manto de aceptación a toda la situación. Ninguno de los dos volvió a mencionar al pequeño hasta que una caza los destinaba cerca de Stanford.
En cuanto su padre dijo ese nombre el tiempo en la habitación pareció detenerse, ningún gesto delataba qué sentía John y el rostro de Dean simplemente quedó en blanco.
La escena pone todos los sentidos de Sam en alerta, le intriga, mira a los dos hombres como un vigía invisible admirado de esa relación entre Dean y John, nunca será capaz de entenderla, porque parte del enojo que Sam guardaba contra su padre era justamente por toda la forma en que trató a Dean, el único enojo que le queda contra él.
-Voy a ir a verlo -no fue una pregunta, fue una sentencia.
-Dean...
-Voy a ir papá, y tú deberías hacerlo también -era una sugerencia, pero escondido en el tono había casi una orden.
-Él no quiere verme allí.
-No quiere hacerlo porque piensa que intentarás sacarlo de esa vida.
-Y es lo que haré Dean. Yo... -levantó la mirada para ver a su hijo- no puedo verlo ahí, solo, sin protección, cualquier cosa podría pasarle y tu y yo no podríamos hacer nada.
-¿Crees que no lo sé? -Dean mira a su padre, levanta la voz y lo reta con ella- ¿Qué me dices desde que era un niño?¿Qué es lo que me has dicho toda la vida?
John suspira vencido, y Sam sabe por qué, si hay alguien en ese mundo que pudiera entender como se sentía su padre, ese era justamente Dean.
-Que tenías que cuidar a Sammy, que era tu responsabilidad que él estuviera a salvo.
-¿Cómo crees que me siento sabiendo que está ahí sin mi protección? -su voz empieza a calmarse- Pero no es lo que él quiere, no digo que esté de acuerdo, pero es su decisión.
John lo piensa por unos momentos, Sam se pregunta si es la mirada ilusionada de Dean la que toma la decisión por él.
-Bien, iremos, pero no te puedo prometer nada.
Dean sonríe y Sam nota que es la primera vez, desde que se fue a Stanford, que la sonrisa de su hermano llega hasta los ojos.
-No te lo estoy pidiendo -le dice gracioso y su padre le da un golpe suave en la nuca.
Sam acaba de escuchar de boca de su propio padre que realmente le importaba, es decir, lo había aceptado durante el tiempo que estuvieron buscándolo, y después de su muerte y con todo lo que había vivido en esos años había aprendido a ver la vida de una manera más similar a la de su padre, pero de alguna manera, escuchar las palabras desde los recuerdos de Dean es...sólo mejor, es una constatación real de que le tenía cariño, que se preocupaba. La prueba irrefutable de que aquello que le contó su hermano sobre las visitas de su padre a Stanford no eran mera invención de Dean para subirle el ánimo o dejar mejor parado a John. Claro, tampoco debía olvidar que la idea surgió originalmente de su hermano.
El recuerdo simplemente salta al momento en que llegan a la ciudad, se salta toda la cacería, que Sam sabe han hecho antes porque tanto Dean como su padre tienen heridas superficiales, hay un corte en la frente de su hermano y el observador no puede evitar la sonrisa irónica, hay dos partes de Dean que parecen tentar su suerte, el lado derecho de su frente y su hombro izquierdo, sinceramente, ha perdido la cuenta de las veces que ha sido herido en ambos lugares.
Ambos hombres se dirigen directamente a la Universidad.
-Esto es jodidamente grande -exclama John con sorpresa en la voz.
-Sip, tendremos que investigar un poco si queremos dar con él, saber qué clases toma y sus horarios.
John estudia a su hijo.
-No pareces sorprendido.
Ante las palabras Dean esconde la mirada.
-Has investigado sobre éste lugar -no es una pregunta, pero Sam sabe que su padre quiere confirmación, su hermano también conoce eso.
-Sí.
Una mirada suspicaz alcanza los ojos del adulto.
-¿Antes o después que Sam se marchara? -la pregunta descoloca a Sam, porque a él simplemente no se le habría ocurrido tener esa duda.
-Antes -reconoce Dean con voz suave y Sam descubre que su padre conocía a Dean más de lo que él lo hace.
-¿Cuánto hace que lo sabías?
-Desde que recibió la carta de aceptación -de pronto su hermano alza la vista y la mirada que tiene es demasiado compleja para desentrañar todo su significado, es dura, herida, orgullosa, suplicante, no sabe ni por donde empezar a descifrarla- ¿De veras ustedes dos creen que no sabría algo así? Papá, tú puedes ocultarme cosas, Sam puede ocultarme cosas, pero no frente a mis narices.
John no refuta las palabras, están cargadas de verdad.
-Así que investigaste el lugar.
-Sí, su historia y actualidad. No iba a dejar que mi hermanito viniera a éste lugar solo sin chequearlo primero.
Su padre asiente con la cabeza, Dean sonríe satisfecho. Un mundo de comunicación en dos gestos.
Investigan y lo encuentran, para la experiencia que su familia tiene en esas cosas, hallar datos tan sencillos como unos horarios, no les lleva casi tiempo. Y lo encuentran, Sam se ve a sí mismo en sus primeros tiempos de estudiante universitario, ve en su rostro la inocencia e inseguridad, se había sentido tan perdido al principio, pero esto es un tiempo después de los primeros días y ya conocía a algunas personas, empezaba a adaptarse. Su grupo de estudio está con él y se ver reír por algo que ya no recuerda, pero Dean recuerda la risa, y le llega cristalina, libre. El rostro de su hermano se endurece.
-Vamos -dice John.
-No -su padre se detiene y vuelve a ver a su hijo mayor.
-¿De qué hablas Dean?
El sonido feliz se repite y Sam puede ver como su hermano traga en seco.
-No vamos a arruinar esto.
-Dean...
-Papá -quita la vista de su hermano y la sostiene la de John- No vamos a arruinar eso -apenas mueve la barbilla para apuntar a Sam y su grupo. Dean le da la espalda a su padre y hermano y camina de vuelta al lugar donde dejaron estacionado el Impala.
John se vuelve a observar una vez más a su hijo menor, una sonrisa agrieta su rostro, retorna a ver la espalda alejándose de Dean y la sonrisa muere, sus ojos brillan acuosos, Sam puede ver tres emociones distintas en un segundo, culpabilidad, tristeza y enojo, sabe que ese enojo no era dirigido a su hermano.
Fue la primera de muchas veces, se suceden una tras otra, a veces son John y Dean, en otras solo su hermano, pero él nunca irrumpe en su vida sencilla, se queda un rato, observa a Sammy asegurándose de su bienestar, sube al Impala y se marcha dejando detrás un sombra perdiéndose en la distancia, una esperanza que muere en cada nueva visita.
Sam llora, se siente de alguna manera sucio, no quiere sentirse así, no quiere que cada recuerdo feliz que tiene sea un recuerdo triste de Dean, lo que más duele, es saber que su hermano no lo habría detenido, que a pesar de todo lo que se han dicho sobre Stanford, Dean había sabido mucho tiempo antes, podría haber buscado la forma de retenerlo y en su lugar, se aseguró que el sitio al que se iba su hermanito fuera seguro. Lo que le parte el corazón es entender que podría haber confiado en su hermano, que podrían haber mantenido el contacto, que para tener una nueva vida, no era necesario enterrar la antigua.
-Deberías empezar a confiar en él, Sam -dice bajo su escolta, él resopla en respuesta.
-A estas alturas de los acontecimientos debería ser condenadamente evidente para mí que Dean siempre ha hecho lo que me convenía.
El niño lo mira mientras él se seca el rostro.
-Bueno, dicen que nunca es tarde para aprender -intenta consolarlo Sammy y el adulto sonríe, le gusta su versión en la mente de Dean, quisiera ser un poco más como él.
Los recuerdos siguen su curso y uno de ellos alarma los sentidos de Sam, Cassie está frente a él, frente a su hermano, es un edificio antiguo y Dean está investigando un caso que lo lleva a hablar con ella. Éste es un momento de la vida de su hermano que le llama poderosamente la atención y a su vez lo siente demasiado íntimo para acercarse a él, pero no está en su mano elegir lo que ven y las imágenes echan a rodar.
Parece que Cassie y Dean se atrajeron mutuamente de inmediato, “nada nuevo bajo el sol”, piensa Sam, lo raro, es que su hermano se muestra nervioso, titubeante, es claro que la chica le gusta y más que para la noche habitual que suele ofrecerles.
El romance empieza sencillo, una cena que termina en camas separadas, una segunda de la que Sam agradece no ver el desenlace y eso, es solo el principio, porque luego las cosas empiezan a caminar a la manera “Dean”, todo corre como el fuego en una línea de combustible, solo que es la primera vez que Sam presencia algo más que sexo en la ecuación.
Verlo con la chica era toda una nueva experiencia para el menor. Lo veía con Cassie y sus amigos, Dean realmente se mezclaba con el ambiente, sin tener un Sam detrás que lo sacara de líos o metidas de pata, simplemente no caía en ellos. No se mostraba agresivo de ninguna manera y era cortes, aunque siempre un tanto ladino. Sin embargo es obvio para cualquiera que Dean desentona, aun a esa edad, es un león disfrazado de cebra y sólo hace falta rascar la primera capa de piel para encontrar el pelaje real, la esencia está allí, y se nota en el aire, en las miradas calculadoras de los demás.
Y a pesar de todo, Dean se enamora, cae por esa chica con una facilidad que asombra a Sam. La relación no es fácil, más bien tormentosa, pero a la vez Dean es muy dulce con ella, la cuida y la protege desde el primer instante, aprende sobre ella y sus gustos y como complacerlos. Cassie tiene que luchar con uñas y dientes para lograr que Dean cuente algo de su pasado. Sam sabe como cuesta eso, es hasta doloroso hablar de sus vidas de niños, ¿cómo explicas lo que haces?, ¿la forma en que te criaste?, y si a Jess le costó sacarle algo a él, a la estudiante de periodismo le cuesta tres veces más sacarle algo a Dean. Pero lo consigue, su hermano cede de la misma manera que cede ante Sam cuando insiste, ante Bobby, frente aquellos a quienes quiere, así que cuenta algunas cosas y calla miles, pero sirve para afianzar la relación.
Puede oír algunos de los diálogos de las charlas que mantienen y entre uno de ellos se cuela su nombre.
-Abogacía, eso es lo que estudia Sam -la voz cargada de cierto desprecio.
-¿Por qué te molesta tanto, temes que se convierta en uno de esos abogados sin escrúpulo o qué?
-No, no es eso. Sam es la persona con más “escrúpulos” que conozco. Estoy seguro de que estudia eso para ayudar a la gente.
-¿Cuál es el problema con eso?
-Que nosotros YA ayudábamos a las personas, nosotros hacemos un trabajo que muy pocos conocen y si no lo hacemos mucha gente puede salir lastimada. Por eso me molesta.
-Cuéntame de ese trabajo tuyo.
A Dean le cambia la cara pero se las arregla con habilidad para esquivar de tema.
Pasan los días y Sam puede ver la mirada concentrada de Dean, esa que pone cuando piensa en algo serio, cuando dos partes de su vida están encontradas, su padre le ha informado que deberán marcharse pronto y John ni siquiera sabe sobre la novia de su hijo, aunque Sam sospecha que no le habría importado mucho al hombre.
Sam conoce lo que sigue, lo que no sabe es cómo pasó, todo lo que descubrió de esa relación que tuvo su hermano fue más por conjeturas que porque Dean dijera una palabra y ese silencio auto-impuesto es suficiente para tener una idea del daño que se provocó esa noche.
La noche que su hermano elige para decirle a Cassie que debe marcharse se la pasa dando vueltas en su habitación antes de ir a ver a la chica, está nervioso, Sam puede ver que le cuesta irse, pero no ha dudado un segundo en lo que debe hacer, no ha pensado en quedarse, sólo en explicar a su novia el hecho de que se va.
-¿Te vas? -y el tono de la voz de Cassie es molesto, casi iracundo.
-Mira, no es como si no fuera a volver, ¿de acuerdo? Es sólo que surgió un trabajo y debemos cubrirlo -Dean en cambio suena totalmente calmado.
-¿No puedes trabajar aquí? -ahora hay esperanza velada.
-Cassie, ya te he dicho que trabajo con mi padre.
-Podrías buscar otra cosa, o hacer lo que sea que hagas aquí -ella lo mira con la sospecha rebosando sus ojos- Por cierto, nunca me has dicho tu profesión.
-Es...complicado...yo...
-Solo te irás, ¿verdad?. Justo como viniste, de la nada -otra vez enojo, pero también resignación y en el rostro de su hermano se ve que no le gusta lo que escucha.
-No es lo que quiero, te lo estoy diciendo, pero, es peligroso, lo que mi padre y yo hacemos. Yo solo quería que supieras que voy a volver -Sam puede ver cierta desesperación en los ojos de Dean.
-Dime qué hacen -ella no pregunta, ordena.
Podría mentir, el menor sabe que Dean podría mentir y ella compraría cualquier cosa que él quiera vender, pero el mayor no hace eso. La estudia, mira en sus ojos buscando algo que Sam no sabe si encuentra, suspira y hay dolor flotando en el aire.
-Nosotros...cazamos cosas -dice Dean en voz neutra.
-¿Animales?¿Se dedican a la caza...por pieles y esas cosas?
-No, no animales. Cazamos criaturas, fantasmas.
La mirada en el rostro de ella lo dice todo, una mezcla de sorpresa, incredulidad y miedo. Sam la ve de la misma manera que Dean lo hace.
-Cassie...
-No, no Dean. ¿Qué me estás diciendo?¿Estás loco o qué? Si quieres irte no tienes que inventarte toda esta estupidez -grita ella.
-No es un estupidez, no estoy mintiendo y no quiero irme, tengo que hacerlo porque mi padre encontró el rastro de un hombre-lobo y debemos deshacernos de él.
-Tú...tú estás loco! ¿Hombre-lobo?
-Hombres-lobo, fantasmas, wendigos, demonios, shapeshifters, brujas y más, muchas criaturas que existen allá afuera, esas son las cosas que mi padre y yo cazamos, ese es el trabajo que hacemos.
-No me extraña que tu hermano los dejara, ¡ustedes están locos!.
La cara de Dean se retuerce, tiene esa expresión fría que surge cuando alguien toca un tema sensible para él y Cassie acaba de pulsar demasiados botones en una sola frase. Pero ante el cambio en su hermano, también se produce uno en la chica, miedo, y Sam la entiende, porque el rostro que ve ahora no es el suave y civilizado que Dean muestra a diario, es el cazador entrenado que se esconde debajo, poderoso y letal, y ella lo siente. No importa que no crea las palabras que le dice, ella puede ver que él es capaz de matar, y los ojos negros hablan de ese reconocimiento. Da un paso atrás y señala la puerta con la mano.
-Sal de mi casa ahora.
Dean se pone de pie con deliberada calma y contención, pasa junto a ella, no le dirige ni una mirada de reojo hasta llegar a la puerta, se vuelve de lado y la mira, hay tristeza en sus ojos.
-Nunca te mentí Cassie, no importa si me crees o no, nunca te mentí.
Ella no dice nada, no lo mira y él se va sin esperar su respuesta. Sólo una sombra queda detrás, otro anhelo enterrado. Sam sabe, y Cassie también lo supo, Dean siempre dijo la verdad.
Su hermano y John se marchan esa misma noche, sin saberlo su padre conduce frente al edificio en que Cassie y Dean se conocieron, los ojos verdes brillan de manera extraña. Dejan atrás la ciudad y el sueño de un amor, su padre nunca se entera de lo que su hijo vivió allí y Dean jamás deja entrever lo que perdió, sigue con su vida como si nada pasara, pero Sam sabe mejor, el sabe que años después esa herida seguía abierta.
El corazón le duele un poco, se pregunta el propósito de ver algo así, por primera vez desde que está dentro de la mente de Dean se siente un invasor, esto nunca estuvo destinado a ser visto por otra persona que no fuera la pareja rota.
-Así que, ¿qué se supone que aprenda de todo esto?
-Sam, puedes aprender muchas cosas, sólo elige una o todas las que puedas hallar.
-Niño, eres críptico.
-Si, Dean cree que así hablas tu, otro idioma, ya sabes, todas esas veces que nos dice “en español Sammy”, bueno, he tenido que adaptarme, pero creo que estoy consiguiendo el mismo efecto en ti.
Sam mira al pequeño sorprendido.
-Te estás divirtiendo a mi costa.
-Sí -dice Sammy risueño- Y creo que Dean estará feliz conmigo cuando despierte -hubo tanta seguridad en su voz que Sam sonrió.
Sí” pensó “Dean estará feliz”.


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Besos y buena suerte!!!

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