No puedo creer que ni siquiera haya publicado una mínima entradita en todo lo que va del 2012!
Tengo NOTICIAS importantes, resulta que estoy terminando de escribir este fic. En total constará de 15 capítulos incluyendo el epílogo... y he escrito el 14, es decir, me falta el epílogo nada más!!!
Como sea... capítulo de Promesa!
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Bueno, eso es todo por ahora. Besos <3<3<3
Tengo NOTICIAS importantes, resulta que estoy terminando de escribir este fic. En total constará de 15 capítulos incluyendo el epílogo... y he escrito el 14, es decir, me falta el epílogo nada más!!!
Como sea... capítulo de Promesa!
HERIDAS
Y RECUERDOS
La visión lo golpeo con
fuerza, el rojo de la sangre cubría casi cada superficie expuesta en
una macabra recreación de sus pesadillas. El olor dulzón,
nauseabundo de la mezcla entre los diferente efluvios corporales le
provocó arcadas que no pudo resistir, se sintió enfermo y devolvió
el contenido de su estómago.
Había encontrado el rastro
demasiado tarde, podía contar al menos dos cuerpos, las tres manos
que sumaba entre los desperdicios le daban una pista, pero no sabía
si había más esperando en la casa, otras atrocidades que
demostraran lo rápido que una familia podía irse a la mierda.
Avanzó unos pasos en el
interior observando con cuidado, esperando un ataque, evaluando la
situación, una parte de su cerebro que no lo visitaría hasta más
tarde registró con velocidad preocupante las fotos en las paredes,
un hombre, una mujer, dos niños. Esa misma parte de él gritó en
silencio “los niños no, por favor, los niños no”, pero en
ningún momento perdió su concentración, como siempre le habían
dicho, era un soldado, uno bien entrenado que se puso a evaluar el
estado de la misión, enemigo fuera de vista, dos víctimas, dos
posibles rehenes “por favor, que aún vivan”
Sigiloso recorrió toda la
planta baja sin rastros de la criatura ni los niños, no todo eso
eran malas noticias, “por favor, que aún vivan”.
Encaró la escalera decidido
y alerta siguiendo las huellas de sangre en el piso. Revisó las
habitaciones una a una, la primera era la de los hijos de la pareja,
no había nada, la siguiente resultó ser la habitación matrimonial,
nada. Se encontró luego con la que imaginó, era la pieza destinada
a invitados, nada. Una puerta a la derecha, el baño, otra a la
izquierda semi-abierta, la empujó con la mano izquierda, manteniendo
la pistola firme en la derecha. De pronto se sintió volando en el
aire y todo el peso de su cuerpo impactando primero en la pared del
pasillo, luego el suelo. Un gruñido de dolor se le escapó entre los
labios pero no perdió el arma en ningún momento, apuntó de
inmediato y allí estaba lo que buscaba.
Casi no podía creerlo,
cuando su padre le habló de vampiros le costó aceptar su
existencia, aún en el mundo que vivía se encontraba a veces
superado por el concepto de lo imposible, y hoy se enfrentaba a otra
leyenda que creía inexistente. Frente a él, en toda su extensión
de casi dos metros de encorvada y repugnante criatura, bañado en
sangre y con una mueca de placer en el deforme rostro, lo vigilaba un
Nosferatu.
Estaba en problemas, serios
problemas, unos que se agrandaron cuando de detrás de él surgió
suave pero claro un gritito de pánico. No era una pared contra lo
que había golpeado, era una puerta escondida por el empapelado del
pasillo, ahora sabía algo, al menos uno de los niños estaba vivo,
enfrentaba sin ninguna duda una criatura peligrosa y él tenía que
sacar al sobreviviente de allí, costara lo que costara, “uno de
los niños vive, gracias”.
Todo eso pasó por su mente
en la fracción de segundo que le tomó incorporarse y disparar una
primer ronda, las balas no servirían más que para retrasar a la
bestia, pero eran mejor que nada. Sacó el machete que llevaba sujeto
a la pierna y se lanzó contra el nosferatu, éste lo esperaba a
mitad de camino y el impacto fue terrible, era fuerte, mucho más
fuerte que los vampiros que había enfrentado hasta ahora.
Usando el arma como escudo
contra las afiladas garras impulsó sus piernas en un ataque, pero el
otro sujetó la afilada hoja con las manos desnudas y lo empujó
contra el muro, bajando la cabeza le gruñó en la cara, fue un grito
animal, primitivo. Dean sintió su estómago revelarse ante el
aliento pútrido de la criatura. Utilizó las rodillas para alejarlo,
perdiendo el machete y ganando unas garras visitando sus costillas
a la vez.
Corrió por el pasillo,
alejando a la bestia de los niños, encontró una puerta abierta, el
estudio, en una mirada fugaz repasó el entorno y sin darse cuenta de
lo que hacía elevó una plegaria de agradecimiento, saltó detrás
del escritorio y quitó de la estantería la katana decorativa, rogó
porque estuviera afilada, sonriendo cuando sintió en la yema del
dedo la fina línea del filo. Siempre le habían gustado esas
espadas, desde que su padre los obligó a entrenar en esgrima se hizo
admirador del sable japonés.
Un gruñido a su espalda le
avisó que tenía visita y se volvió en un ataque directo que desvió
a medio metro del nosferatu, sorprendiendo a su presa e hiriéndolo
en un brazo y se alejó nuevamente. La criatura miró el hilo de
sangre y sus ojos cambiaron del negro al rojo brillante, los
colmillos se alargaron y Dean se sorprendió al ver que éste ser
tenía los clásicos colmillos de cuentos que solían poseer los
vampiros, no toda una hilera de filosos dientes predadores, sino dos
colmillos superiores muy desarrollados.
Lo siguiente que supo es que
tenía al nosferatu casi encima, lo esquivó por centímetros y
balanceó el sable provocando otra incisión, era la única manera
que tenía de herirlo, desde lejos. De pronto la distancia entre él
y el nosferatu fue inexistente y su cuerpo atravesó la delgada pared
cayendo con violencia sobre la puerta oculta, ésta se rompió por la
presión y él tuvo un vistazo de los dos niños. La pequeña
sollozaba en silencio aferrada al pecho de su hermano que la protegía
usando su cuerpo y mirando al intruso en su guarida como si quisiera
matarlo. “Ambos viven, gracias, gracias...”.
Dean buscó al nosferatu
pero éste había vuelto a desaparecer, chequeo de manera mental sus
heridas y calculó un par de costillas astilladas o quebradas,
algunos cortes superficiales y, “Arg”, sí definitivamente eso
era un trozo de madera clavado en la espalda. Miró a los niños una
vez más y decidió que tenía que sacarlos de allí, si los dejaba
podía ser desviado mientras la criatura se los comía y no iba a
permitir eso.
-Tranquilos, vengo a
ayudarlos. -dijo con la voz más amable que le salió entre el dolor
que sentía.
El niño lo estudió unos
momentos, el hombre frente a él estaba cubierto de sangre, su rostro
lucía una mueca salvaje, pero los ojos se veían extraños, como si
supiera lo que habían vivido, como si conociera el dolor que
sentían. Sin atreverse a hablar, o a descubrir siquiera si podía
hacerlo, el pequeño asintió con la cabeza.
-¿Cómo te llamas?
-preguntó el cazador, mientras la niña mostraba unos impresionantes
y llorosos ojos violetas.
-Steven.
-¿Y tu pequeña? -los
ojitos se dirigieron primero al rostro del hermano y Dean sintió el
feo dolor de los recuerdos. Steven la instó a contestar.
-Lara. -dijo con una voz
apenas audible.
-Yo soy Dean. -inspiró
fuerte antes de seguir- Steven, Lara, tenemos que salir de aquí, la
criatura que está afuera es muy peligrosa, tengo que sacarlos antes
de que vuelva. ¿De acuerdo?
-Pero papá dijo que nos
quedáramos acá. -protestó Lara.
Dean sintió sus tripas
revolverse, ¿cómo demonios se les decía a dos niños que no
llegaban a los diez años que sus padres habían sido masacrados por
un ser de películas de terror?.
-Tenemos que hacer lo que el
señor dice -intervino el niño y Dean supo que el pequeño conocía
el destino de sus padres, lo miró directo en los ojos y pudo ver en
la mirada azul algo conocido por él, la muerte de la inocencia.
-Bien, Steven tienes que
cargar a Lara, yo debo ir preparado para defenderlos. -se miraron
unos segundos y Dean supo que el niño entendía- Vamos.
Salieron despacio intentando
no hacer ruido, algo que el cazador sabía probablemente fuera
inútil. Llegaron a las escaleras y bajaron por ellas, Dean a un
costado de los niños intentando protegerlos tanto si el ataque venía
de frente o desde atrás. Las huellas de sangre ya estaban secas pero
el olor era aún peor que antes, debían salir por la puerta trasera,
no había manera que Dean permitiera que esos niños vieran la
montaña de carne y vísceras en que se habían convertido sus
padres.
Estaban a punto de llegar a
la salida cuando fueron atacados, el cazador protegió a los pequeños
con su cuerpo, el nosferatu se aferró a el con garras y dientes,
sintió las uñas desgarrando su espalda y los colmillos horadando en
la base de su cuello. Se revolvió con violencia consiguiendo liberar
la katana y clavándola en el costado izquierdo de la criatura que
aulló en protesta liberando su cuello, lo empujó contra la pared
removiendo el arma causando más daño y provocando que el lamento se
hiciera más agónico.
-¡Salgan de aquí! -les
gritó a los hermanos mientras buscaba algo en su bolsillo con la
mano libre en tanto usaba el cuerpo para sostener al nosferatu es su
lugar, encontró lo que buscaba y se lo lanzó a Steven- ¡Llama al
911 y ocúltense en algún lado, no salgan hasta que los para-médicos
lleguen!
Vio a los niños salir con
su celular en las manos, cuando se tornó hacia la criatura las
garras le cruzaron la cara. El dolor hizo que aflojara su agarre y se
le escapara la bestia. Se apartaron unos pasos y se miraron
fijamente, ambos cazadores, ambos presa, ambos animales, se
reconocieron como tales, no cabía el odio en sus miradas, sólo la
determinación de vencer, uno de ellos ganaría, el otro no, pero el
nosferatu desconocía algo sobre el otro cazador, Dean no temía
morir.
Se enfrentaron uno a otro
como si estuvieran en igualdad de condiciones, tantas heridas de
garras como de espada, la sangre como nexo de unión, el dolor
bloqueado en el cerebro, el cansancio relegado al olvido. Minutos u
horas pasaron hasta que la oportunidad se presentó, Dean había
sobrevivido una vida entera aprovechando esas chances, no iba a
cambiar ahora. En un movimiento certero cercenó la cabeza de la
bestia, ésta salió volando, impactó en el suelo, el líquido
carmesí saliendo en tétricos chorros que salpicaron lo poco que
quedaba inmune.
El cazador se quedó unos
segundos viendo la escena, el cuerpo que extrañamente quedó
arrodillado, como si una voluntad extrema le impidiera rendirse a lo
inevitable, la mueca de horror en el monstruoso rostro, el olor
fétido a cada momento intensificado. No estaba agitado ni cansado,
sentía el dolor de las heridas lejano, escondido detrás de la
energía desatada en la batalla, esos momentos en que la adrenalina
le impedía sentir o saber lo mal que su cuerpo se encontraba.
Sin alejarse del mismo
estado mental con el que ingresó en la casa reparó en el ruido de
sirenas que se acercaban, se dirigió a la cocina y consiguió lo
necesario para iniciar un fuego, antes de comenzarlo fue hasta el
living, se acercó a una de las paredes y retiró algunos contenidos
de las paredes, luego roció todo con el líquido inflamable de la
barbacoa y lanzó un encendedor dentro. Las llamas se incrementaron
de inmediato y por unos momentos recordó otro incendio, otra
familia, esperaba que también fuera otro el destino.
Salió de la casa con pasos
inseguros para caer en brazos de un sorprendido bombero.
-Señor, ¿señor está
bien? -Dean no tenía ni fuerzas ni ganas de contestar, podía sentir
ahora sus heridas, ya no eran sólo unas costillas resentidas, sentía
sangre caer de su rostro, la cabeza, la espalda, pero lo peor era su
bajo vientre, porque estaba seguro de que eso era más que un poco de
sangre cayendo, si se atrevía a mirar podía encontrarse con sus
entrañas intentando abandonar su cuerpo- ¡Oh Dios! -exclamó el
otro hombre y el cazador supo que no equivocaba sus conjeturas cuando
sintió la mano extraña apretando con fuerza para mantener dentro lo
que debía no estar tratando de derramarse en el suelo- ¡Jack!
Necesito tu ayuda, debemos llevarlo a la ambulancia.
Dean sintió más que vio
cómo lo trasladaban y a pesar de que debía estar a un paso de
perder la consciencia fue capaz de reparar en que no había ningún
niño por ahí.
-Es...esperen -tragó con
fuerza buscando la energía para hablar- Los niños...faltan los
niños.
Los hombres que lo llevaban
se miraron con caras de circunstancia, Dean sabía lo que pensaban.
-Les dije que salieran,
están por aquí...tienen que estarlo, yo les dije que
salieran...tienen que buscarlos.
-La policía se encargará,
mientras usted irá al hospital.
-NO -la fuerza de la
negativa sorprendió a ambos profesionales- No...no me iré de aquí
sin esos niños...se llaman Steven y Lara, están aquí ...en alguna
parte.
-Señor...
Dean perdió la paciencia,
el dolor, las ganas de dejarse morir y hasta el conocimiento que su
cuerpo tenía de que no le quedaba mucho tiempo. Se soltó del agarre
que lo sostenía y se encaró con el que habían llamado Jack.
-Mira, Jack -todo temblor
había desaparecido de la potente voz- Esos niños no pasaron por
todo lo que tuvieron que vivir esta noche para morir de hipotermia
afuera. Ahora tú y tu amigo buscarán junto con la policía y cada
uno de sus compañeros a esos pequeños, en la casa no queda nada que
salvar, pero aún hay dos personas en peligro.
El bombero lo miró unos
instantes y luego asintió, llamó a los para-médicos que se
llevaron al hombre herido a la ambulancia mientras los nombres de los
niños surcaban la noche en forma de gritos.
Cuando se hizo evidente que
nadie saldría de entre el follaje del bosque Dean hizo un último
esfuerzo y, a pesar de que apenas se mantenía despierto, obligó a
las personas que lo atendían a ponerlo de pie, gritó con todas las
fuerzas que le quedaban, pidiendo a los niños que salieran e imploró
internamente que no se hubieran quedado dentro de la casa que no era
más que cenizas.
Tras dos minutos de silencio
el sonido a hojas pisadas se hizo audible y un niño con una pequeña
en brazos apareció ante todos, el cazador volvió a respirar, por
unos segundos, el tiempo que le tomó a su cuerpo decir basta y
venirse abajo.
Con prisas fue trasladado a
la camilla y de ahí al interior de la ambulancia, subieron a los
pequeños junto con él, nadie sabía quienes eran unos u otros, pero
estaba claro para policías, bomberos y para-médicos que los menores
confiaban en ese hombre moribundo.
-St...Steven...agarra mi
chaqueta -el niño hizo lo que su salvador le pedía sin dudarlo, ni
hablar- Quita...lo que...hay en su bolsillo...
-Señor, no debe hablar
-informó el hombre que intentaba en vano contener la sangre que
manaba sin descanso de las profundas heridas en su vientre, Dean no
se dignó a mirarlo siquiera.
El pequeño tenía ahora lo
que el cazador había quitado de las paredes, estaban manchadas,
incluso un poco rayadas, pero a salvo.
-Guardalas...serán
impor...tan...tes...para ustedes un día...tienes que recordar...que
pueden ser...así otra...vez
-¡La presión está
bajando!
-Cui...da a tu
her...ma...na...
-¡No hay latido!
***
-¡Hombre caucásico,
múltiples heridas de algún animal, sin latido desde hace 5 minutos!
***
Las palabras se habían oído
hacía ya mucho tiempo, Steven y Lara habían sido atendidos, la niña
dormía profundamente enroscada contra su hermano, el pequeño no
había podido dar mucha información a la policía, les había
contado por encima lo que recordaba, también les entregó el celular
que le diera el hombre extraño, pero no sabía quién era él ni qué
era lo que había estado haciendo en su casa.
Sin embargo sabía algunas
otras cosas, que sus padres habían sido asesinados, que el
responsable era una criatura horrible que no supo describir, que el
hombre muriendo en la otra sala había arriesgado su vida por
salvarlos y sabía que le debía las fotografías que descansaban en
sus manos, única prueba de que un día él y su hermanita habían
tenido una familia completa, una vida mejor, el recuerdo de que el
dolor que sentía por dentro quizás algún día cambiaría, que en
ese mundo también se podía ser feliz.
***
-¿Con el señor Robert
Singer?
- ...
-Mi nombre es Catherine
Soler, hablo desde el Hospital Hunstville Memorial...
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Bueno, eso es todo por ahora. Besos <3<3<3
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