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miércoles, 16 de febrero de 2011

Dean, MI hermano: Capítulo 3

Un nuevo capítulo y nos acercamos pronto a la mitad del fic!!


Amor incondicional

Sam caminaba sin rumbo, caminaba para despejarse, para no estar junto a Dean, para no tener que explicar por qué se sentía tan violento junto a su hermano. Aún no le revelaba lo que estaba sucediendo y comenzaba a creer que nunca lo haría, suponía que hacerlo sería como asestar otro golpe psicológico a su hermano. “No sólo debes cuidarte de que no beba sangre de demonio, de que te mate estando poseído, de que me enrolle con una mala mina, ahora debes también cuidarte de que no te viole el cerebro y me meta en cada puto recuerdo que guardas en él”. Sí, podía ver el fruto de eso, un Dean más hecho pelota de lo que ya estaba, con más dudas, más desconfianza y menos seguridad en la fuerza de voluntad y lealtad de su hermanito. 
No, Sam estaba empezando a aceptar que nunca podría revelarle a Dean lo que le estaba pasando, pero eso no le quitaba ese malestar que le impregnaba el corazón y, no era sólo culpa por guardar el secreto, era culpa por no haber intentado averiguar más sobre su hermano, por aceptar que él era infantil y juguetón, que el Dean que veía ahora preocupado y concienzudo era un Dean distinto a sí mismo. 
Estaba aprendiendo a través de los sueños que conocía muy poco de su hermano, que la muralla que lo rodeaba era más alta y fortificada de lo que nunca hubiera imaginado, que era totalmente natural en su hermano estar más pendiente de otros que de sí mismo. “Demonios” pensó “Quizás mi maldito hermano mayor sea la persona menos egoísta que haya conocido en la vida y yo tan campante juzgándolo como si fuera inferior a mi moral.”
La noche se acercaba y la inquietud de Sam crecía, no podía estar toda la noche fuera, Dean se preocuparía y hasta podría sospechar algo malo. 
Volvió a la habitación que ocupaban, Dean ya estaba dormido, últimamente no hablaban mucho, su hermano se alejaba más y más de él y no sabía cómo ayudarlo, hasta comenzaba a sospechar que su nueva habilidad podría ayudarlo. Había aceptado que sus sueños estarían rodeados de los recuerdos de su hermano, sólo esperaba encontrar algo menos doloroso esta vez. El cansancio golpeaba la puerta de su consciencia y poco a poco el sueño se lo llevó.
Al abrir los ojos Sam esperaba no estar en la habitación del hotel, quizás por eso se sorprendió aún más, porque lo estaba, sólo que era diferente, también era un recuerdo y como todos los recuerdos las personas no guardan detalles completos, por esa razón todo se veía un tanto borroneado. Estaba en la cabeza de Dean y debía prepararse para lo que tuviera que enfrentar hoy. Lo primero era investigar, su hermano debía estar cerca, no podía ser de otra manera, la puerta sonó cuando alguien comenzó a golpearla desde afuera.
Detrás de Sam se produjo un movimiento que le hizo poner su atención allí esperando encontrar a su hermano, en cambio al que vio fue a sí mismo, pequeño, no debía tener más de cinco o seis años de edad, eso significaba que Dean se estaba saltando años en este recuerdo. 
El pequeño Sammy fue hasta la puerta y la abrió, su hermano estaba ahí de pie, más grande esta vez, pero seguía siendo tan solo un niño. Mientras Dean entraba en la pieza su mini-versión lo atosigaba a preguntas a la par que revolvía todas las bolsas buscando qué comer.
-Tranquilo Sammy, si comes apurado te caerá mal y sabes que no podemos salir de aquí- le dijo Dean al pequeño mientras trataba de sacarle las cosas de las manos y guardarlas.
El simple comentario le dijo a Sam dónde estaba su padre, de cacería, cuando los dejaba solos les decía que no podían salir por nada, debían estar en la habitación y ante cualquier problema ponerse en contacto con Caleb o el Padre Jim.
Mientras él cavilaba las cosas seguían en movimiento en el estrecho recinto, pero Dean permanecía quieto observando a su hermano, una mueca de preocupación en la cara.
-Sammy, ¿te sientes bien?- 
-Sí, Dean, pero tengo hambre- aclara el pequeño y su hermano mayor le devuelve la sonrisa pero no se tranquiliza. Pareciera notar algo diferente en el más chico.
Sam se queda viendo cómo eran sus vidas de pequeños, él o su OTRO él, está sentado viendo dibujos por la televisión en tanto Dean se encargaba de ordenar las compras y limpiar el lugar. Cuanto más pasa dentro de la mente de su hermano más se sorprende por éste, nunca se queja, nunca llora, jamás pide que alguien lo atienda, a partir del primer sueño que tuvo sabe que ayudar y preocuparse es la naturaleza de Dean, pero ¿qué le lleva a hacer todo ese sacrificio? ¿Olvidarse de sí mismo? 
Está tan concentrado observándolo que ve el momento exacto en que su hermano descubre que algo no va bien. Se tambalea un poco agarrándose de la mesita ridícula que hay en el centro de la estancia, cierra los ojos con fuerza e inspira para serenarse, cuando vuelve a abrirlos Sam advierte que ha cambiado de color, está blanco, pálido y ha comenzado a transpirar, corre hacia el baño y allí devuelve toda la comida ingerida según su suposición en el almuerzo.
Como un observador Sam es impotente, no puede ayudar a su hermano aunque nada le gustaría más, sin embargo ahí está la otra versión de él, “¿por qué no recuerda nada de esto? ¿Qué pasó esa noche? ¿Si Dean se enfermaba cómo se cuidaban, su versión más pequeña lo ayudó?”. Sus preguntas tuvieron respuesta cuando el pequeño Sammy caminó vacilante junto a su hermano y despidió su propio almuerzo, la cara de espanto que puso el mayor casi hace reír a Sam, casi, si no fuera que había allí dos niños solos y enfermos, le daban ganas de buscar a su padre y corregirlo a patadas.
-Dean me duele- gimió lastimero Sammy, quien de seguro no podría ayudar a su hermano.
-Sí, Sammy, lo sé. Ven, vamos a acostarte te vas a sentir mejor- casi en el aire ayudó a su hermanito a llegar a la cama, le quitó la ropa y lo acobijó con las mantas. - Sammy, tengo que salir para hacer una llamada, ¿sí?, no debes asustarte que voy a volver lo más rápido que pueda, no le abras a nadie, yo me llevo la llave. ¿Está bien?
-Sí – contestó el pequeño que era evidente estaba en muy mal estado.
Sólo que el mayor no se encontraba mejor pero así y todo tomó la llave y temblando abandonó la habitación.
Sam descubrió que cuando Dean se movía él no podía permanecer muy lejos, una fuerza invisible lo tiraba detrás de los pasos de su hermano, éste intentaba llegar a un teléfono, pedir ayuda, y así lo hizo, sin embargo por una vez, nadie respondió. El niño se recostó contra la cabina y golpeó la nuca contra ella.
-Piensa Dean, piensa...... ¿qué hago ahora? - algo le pasó en ese momento porque se dobló sobre sí mismo y quedó de rodillas en el suelo – ¡Mi...er...da! ¡Ttt....tengo que averiguar qué es esto!
Sam supo cuando se le ocurrió la solución porque le brillaron los ojos de esa manera que lo caracterizaba. Descolgó el tubo del teléfono y marcó un número diferente.
La situación que se desarrolló a partir de ese momento le enseñó al observador que su hermano era bueno para mentir y obtener información desde la niñez. Llamó a una clínica, describió los síntomas y preguntó por su problema. La respuesta fue `intoxicación´, la receta para recuperarse, descanso, cuidado con la fiebre, tomar mucho líquido excepto leche y no comer sólidos. Mientras la enfermera recitaba todos los tópicos Dean comenzaba a temblar y ahora los dientes le castañeaban, pero aún seguía haciéndose pasar por adulto. 
Colgó el teléfono, y emprendió el regreso, antes se detuvo en un negocio, de esos que están abiertos todo el día, donde juntó toda la fuerza que le quedaba para parecer sano y no levantar sospechas, compró mucha agua mineral, un termómetro, pastillas para la fiebre y unos caramelos para tentar a Sammy a tomarse las pastillas.
Caminando como un borracho y casi desvaneciéndose un par de veces siguió su camino hacia el motel, cuando llegó Sammy tenía la fiebre muy alta y así empezó el recuerdo más largo en el que Sam tuvo el dudoso privilegio de estar.
A pesar de que su hermano estaba tan mal como su mini -versión no dejó de cuidarlo ni un sólo segundo durante los siguientes tres días, y Sam aprende que el tiempo en los sueños no pasa igual que en la realidad. Para cuando su otro él comenzaba a recuperarse Dean estaba exhausto, sin energías para bañarse, comer o moverse de la posición en la que se encontraba, la fiebre sin descanso lo tenía muy desmejorado, pero ver como su hermanito recuperaba el color ya era consuelo suficiente. Se durmió en el piso, ahí donde se había recostado después de bañar por quinta vez al pequeño Sammy para bajarle la fiebre.
El corazón de Sam dolía de solo ver como su hermano se esforzaba por encima de sus límites para mantenerlo a él a salvo y cómodo, tres días de recuerdos entrecortados por los delirios de la alta temperatura, ver las pesadillas de su hermano rodeando la pieza había sido espeluznante, jamás podría haber imaginado que un niño de diez años tuviera esa clase de sueños, pero lo peor fue ver en ellos todos elemento de sus vidas diarias. Monstruos a los que reconocía, el fuego que consumió su casa, Dean soñaba cosas terribles pero nunca le sucedían a él, en ocasiones su padre era atacado por una bestia de largas garras, en otras se descuidaba y Sammy era asesinado por la Sthriga, su madre quemándose, y él, el pequeño Dean mirando, sin poder hacer nada, inútil. 
Sam quería cerrar los ojos y despertar, pero el que lo hacía era Dean, se erguía adolorido e iba hasta la cama del más pequeño, pasaba una mano por su cabello, le tomaba la fiebre, lo cubría y volvía a soñar. 
El cuarto día ambos estaban mejor y al quinto ya estaban casi recuperados por completo, el mayor intentaba con empeño ordenar el cuarto cuando escucharon el ruido del Impala.
-Sammy- llamó urgente Dean – No le digas nada a papá de lo que pasó ¿me lo prometes?- le preguntó en voz baja, confidencial.
-¿Por qué Dean?
- No quiero que papá piense que no puedo cuidarte- le confesó con una sonrisa de medio lado.
- Pero tú siempre me cuidas, siempre estás ahí Dean- dijo el pequeño con lágrimas asomando a los ojos.
- Promételo Sammy, que no le contarás nada a papá. - el niñito lo miró con seriedad y dijo
- Te lo prometo, no le diré nada.
Sam vio asentir a su hermano y supo que jamás lo había contado, ni siquiera lo recordaba. Los golpes en la puerta sobresaltaron a los niños, el mayor se acercó a ella y la abrió.
-¡Hola papá! - saludó entusiasmado al hombre alto, sucio y cansado que ocupaba el vano de la puerta.
- Hola hijo- correspondió sin entusiasmo por el agotamiento.
Sammy saltó de la cama y corrió junto a su padre.
-¡Hola papi!- lanzó el pequeño y se tiró a sus brazos.
John lo levantó aunque cada movimiento parecía causarle dolor, Dean también notó eso.
-Sammy, ven baja, deja que papá se recueste y descanse un rato, luego podrás hacerle todas las preguntas que quieras. Vamos a jugar afuera un poco.
John le dirigió una mirada al mayor de sus hijos y sin palabras, tan solo con la mirada le agradeció por lo que había hecho.
- ¿Estuvo todo bien Dean?¿No pasó nada?- preguntaba mientras se quitaba la ropa, dándole la espalda a los niños, razón por lo que no vio la mirada que intercambiaron.
-No, papá. No te preocupes por nosotros, estuvimos bien.
El pequeño Sammy salió sonriente porque compartía un secreto con su hermano mayor y éste último porque compartía un secreto con él mismo a la vez que el padre de ambos caía desmayado en la cama y no se enteraba de nada.
La luz del sol se desvaneció y por tercer noche en continuado Sam despertó del sueño de su hermano quien como en cada ocasión permanecía durmiendo inmerso en sus recuerdos. Por una vez el corazón no se le estrujaba por la pena pero seguía aprendiendo de su hermano, hoy lo vio soportar el dolor y la angustia para luego hacerlo mentir sobre lo ocurrido con el objeto de no preocupar a su padre y que éste se sintiera culpable por dejar sólo a dos niños enfermos e indefensos. 
Se sentó en el borde de la cama contemplando a su hermano, recordando cómo este le había pasado la mano por el cabello tranquilizándolo mientras sufría y la ternura que lo hizo sentir. 
No por primera vez se preguntaba cómo logró su hermano sobrevivir a esa clase de vida y continuar queriéndolos a él y su padre. 
Irguiéndose cuan alto era se acercó a su hermano y como lo viera hacer en el sueño, pasó una de sus manos por su cabello, a sabiendas que si Dean despertaba le diría de todo, pero no le importó, quería tener un gesto amable con él uno que no respondiera más que al capricho de ser cariñoso con su hermano y en ese instante lo entendió, amor, eso movía a Dean, amor incondicional.

Continuará.....

Bueno, ya saben, las opiniones nunca son desestimadas :D

A partir del siguiente capítulo ya incursiono en una etapa más adulta de los hermanos y hay bastante más angustia!! Sé que para algunos sonará feo, pero la verdad es que hay una gran cantidad de gente que ama hacer sufrir a estos dos muchachos :P

Besos y Buena Suerte :)

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