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martes, 15 de marzo de 2011

Misión - Capítulo 3

No digo más nada, que subiré cuando pueda no más, porque está comprobado que no me sale eso de "cada día!"

Como sea, dejo el 3:


Capítulo 3

La cacería se había ido al carajo, todo empezó sencillo, se complicó después y ahora estaban los dos con la mierda hasta el cuello.
El estúpido wendigo no podía quedarse calladito, había tenido que empezar a matar gente a diestra y siniestra, la suficiente cantidad para que no sólo los cazadores se interesaran, había en ese pueblo más fuerzas de la ley de lo que Sam o Dean hubieran querido ver en un estado completo.
Sam intentó sacar a su hermano de ese lugar, pero si se podía decir algo de Dean es que era cabezota y claro que no se había marchado. Se resistió tercamente a todas las opciones, pelearon bah!. De la misma manera que parecían pelear cada día y en cada caso en los últimos tiempos. Dean argumentó que no iba a permitir que más gente muriese si él podía hacer algo, finalmente y en medio de la bravata cambió el tono de voz y hablando bajo y despacio le dijo a su hermanito que si no quería ayudarle bien podía tomar sus cosas y largarse, él se quedaría para tratar de ayudar aunque tuviera que hacerlo solo.
Sam se resignó a no poder alejar a su hermano de allí y la única opción que le quedaba era quedarse y cubrirle las espaldas, después de todo él lo había implicado en la caza nuevamente.
Pero claro, si el mundo se guiara por las intenciones de los Winchester nada de lo que habían vivido durante toda su vida hubiera sucedido, ésta no iba a ser una ocasión diferente a las otras.
Descubrieron la guarida de la criatura porque, a pesar de que el menor creía que su hermano estaba oxidado, lo cierto es que éste tenía más instinto en la uña del dedo gordo del pie de la que cualquier otro cazador que conociera Sam y, además llevaba más de veinte años en el negocio lo que era más de lo que casi ningún cazador había sobrevivido con esa profesión. Matar al wendigo no fue problema, el problema fue ver el resto de lo que encontraron.
Dentro de la cueva había muchos cadáveres, más de los que solían encontrarse en esos casos, el olor era simplemente insoportable, pero ambos habían experimentado suficientes cosas grotesca como para amilanarse por el aroma. Entre todos los cuerpos descubrieron a una muchacha que aún respiraba. Entre Dean y Sam lograron desatarla y llevarla fuera del funesto lugar.
Dean la echó a su espalda y empezó el quebradizo camino hacia la carretera, esperaban poder llegar antes de que la chica se diera por vencida. Sam le siguió a pocos metros de distancia, vigilante por si eran perseguidos por la criatura. Tan concentrados estuvieron en sus respectivas tareas que ninguno reconoció de inmediato que ya estaban cerca del asfalto, de echo no lo hicieron hasta que el mayor se topó con éste. Fue un error estúpido que les costó muy caro, en ese preciso momento una patrulla pasaba por el lugar y Dean no tuvo tiempo a esconderse, para ser sincero consigo mismo, si se escondía, la chica moría, en su particular nivel de prioridades ocultarse no era una opción.
Ambos fueron aprehendidos como sospechosos, no pasó mucho hasta que encontraron en las bases todos los cargos contra ellos y ahora se encontraban ambos en una celda de rejas, esposados de manos y pies, sentados uno junto al otro. Habían pasado dos días allí y ya se habían puesto en contacto con Bobby y Samuel (para disgusto de Dean), sólo debían esperar por un rescate.
Dean tenía en el rostro esa sonrisa suya tan arrogante y Sam no sabía si golpearlo o averiguar el motivo, se decidió por lo seguro, “control, control”, se dijo.
-Tal vez me arrepienta de preguntar, pero ¿se puede saber que es tan gracioso?
Su hermano le mira y amplía la sonrisa, logrando que se le forme ese pequeño e irritante hoyuelo sobre la comisura de los labios.
-¿No te parece como si el último tiempo estuviéramos viviendo una versión un tanto gore de nuestras vidas? - Sam no lo entiende y Dean lo nota – Vamos Sammy, estamos otra vez presos, como en los viejos tiempos, yo he ido al infierno, tu has ido al infierno, entre los dos salvamos este mundo, o bueno, quizás sólo le dimos más tiempo a la cuenta regresiva, pero el tema es que no importa lo que hagamos siempre terminamos perseguidos por las leyes humanas. Y acá estamos, otra vez presos, sin importar la mierda por la que pasemos, siempre terminamos perseguidos por aquellos a quienes salvamos o perdemos, un ciclo infinito de sucesos, quizás crezcan en intensidad, pero básicamente siempre es lo mismo.
Sam reconoce el pensamiento de su hermano incluso lo acompaña en su sonrisa, tiene razón, sus vidas son un ciclo infinito de sucesos que siempre acabarán con uno de ellos dos muerto y con el otro perdiéndolo todo.
-¿Crees que nos encuentren aquí?
-Pues hemos llamado a todo quien pueda ayudarnos, más de los que yo querría – agrega aún molesto – Si no nos encuentran me desentiendo de ellos para siempre.
-No me refiero a Bobby y Samuel, me refiero a los monstruos, ¿crees que vendrán por nosotros?
La sonrisa arrogante ha desaparecido, el menor piensa que no existe sonrisa real que se esfume tan pronto, pero se guarda el pensamiento.
-Espero que no, pero no me extrañaría. No quiero ver a esta gente morir sólo porque tuvieron la mala suerte de encontrarnos en una ruta.
Ve a su hermano hacer una mueca de desprecio que le corroe las entrañas.
-¿Qué fue eso Sam?
-Nada – dice el otro haciéndose el inocente
-¿Qué es lo que te está pasando?¿Acaso quieres que estas personas sufran?
Sam lo encara y Dean puede ver los ojos que lucen tan serenos últimamente, parece que ya nada afecta a su hermano.
-No Dean, no quiero que sufran, pero lo cierto es que me tiene harto tener que rendir cuentas a un montón de idiotas que no conocen el mundo en que viven.
-¿Te parece mejor que teman cada día por morir en manos de criaturas sacadas de leyendas?
-Creo que sería mejor que supieran lo que hay afuera, que supieran lo que hacemos. Demonios Dean, nos enfrentamos a cosas terribles, si nosotros morimos ¿quién les ayudará?
El mayor no quiere seguir con el tema porque él mismo se ha planteado esas mismas preguntas, pero qué podían hacer, no era tan sencillo mostrar al mundo la realidad de lo que se escondía en las sombras. ¿A dónde se iría la fe que mantenía a millones si la gente supiera que Dios no quería ayudar a la humanidad y que Lucifer podría tener en esos momentos el camino libre? Ese deber le sobrepasaba en mucho, él era un cazador, su vida era sencilla, perseguía al mal y trataba de destruirlo. Su felicidad estaba en proteger a otros y en las cosas simples que se le presentaban día a día. No tenía las respuestas a esas preguntas, por esa razón hacía mucho que no se las permitía, aceptaba las cosas como eran e intentaba seguir adelante de esa manera. Dean no era un hombre afecto al cambio, así que dejaba las cosas fluir.
-Lo que creo Sam, es que provocaríamos el caos aquí también, ya lo hemos echo en el Cielo y el Infierno, creo que cubrimos nuestra cuota de interferencia caótica por mucho.
Los hermanos se miran y miden, ambos están cambiados y no se reconocen como siempre, pero algunas cosas siguen ahí, Sam cree que su hermano nunca piensa en nada y Dean que el pequeño gigante tiene demasiadas ideas en la cabeza.
Un gruñido los saca de su mutua contemplación y Dean se lleva una mano al estómago.
-Vaya tengo una hambre de mil demonios-
-Exactamente – dice una voz tras ellos y ambos se ven despedidos en el aire hasta que sus espaldas golpean contra los barrotes y las cadenas que los aprisionaran se rompen en eslabones.
El ruido hace que los agentes del FBI que los han estado interrogando y tres oficiales que les vigilaban ingresen corriendo a la amplia celda donde ahora hay dos hombre pegados a cierta altura contra las rejas en tanto que una mujer de corta estatura se mantiene en pie justo en el centro, todos desenfundan sus armas y escuchan un “NO” proveniente del mayor de los Winchester pero de nada sirve, sus cuerpos son despedidos y quedan en la misma situación que los dos hermanos.
-¿Pero qué demonios? - dice el agente Hickman y la muchacha rubia sonríe pícara.
-Lo mismo que he dicho antes “exactamente” eso – sus ojos se vuelven negros como el petróleo – Un demonio – aclara divertida, cuando nota que están por comenzar a gritar por ayuda hace un movimiento con la mano y todos se quedan si voz excepto los hermanos.
Los cinco agentes de la ley no dan crédito a lo que les sucede y ven, no pueden registrar ese echo como real. Los sorprende aún más que los Winchester hacen fuerza para liberarse de su prisión invisible, pero no discuten con la mujer, ni siquiera la miran, pero ella los ve a ellos y se dirige al mayor.
-Hola Deannie! - al sonido de ese mote el mayor se queda quieto, tan quieto que parece muerto – A pasado tiempo desde la última vez que nos vimos – dice el demonio mientras se acerca más a su presa.
Dean ya no lucha por liberarse, toda su atención se centra en el demonio frente a él, respira profundo, con el odio quemando sus pulmones, la cara es una máscara de un desprecio tan intenso que los policías se estremecen aún más que al reconocer que tenían un monstruo en la sala.
-Zaira – escupe el cazador entre dientes apretados y aún así, aún en esa situación no se le escapa el gesto de sorpresa y repugnancia que hace su hermano, un gesto de reconocimiento – Bueno perra, no creí verte por estos lados.
-Es que te fuiste Deannie, me dejaste sóla por más de tres siglos en el Infierno y desde que saliste la comida ya no es tan ….. - se acerca hasta tocar su brazo y desliza lentamente una uña por el sacando sangre - ...dulce. - Acaba su discurso llevando el dedo con una gota del vital líquido rojo hasta su boca, lo mete dentro y cierra los ojos saboreando, un suspiro de placer se le escapa entre los labios y el gesto de odio y repugnancia hace temblar los labios de Dean.
-No puedo decir que lo lamente – agrega irónico el cazador, ella ríe bajito.
Los oficiales no saben bien qué sucede, pero no hay que ser muy inteligente para notar que están ante una situación desconocida para ellos pero no para sus prisioneros, los agentes del FBI, Hickman y Weiss, recuerdan todos los datos de los detenidos, en especial cada palabra del archivo del mayor y comprenden que es muy posible que todo lo que han leído sobre sus escusas sea cierto, aún cuando lo que realmente les pruebe ante qué clase de cosas luchan esos hombres ni siquiera ha empezado.
El demonio se mueve hacia el más joven de los Winchester y el mayor se revuelve tratando de soltarse.
-No te acerques a él, puta! ¡¡Ni se te ocurra poner un sucio y sádico dedo tuyo sobre él!! – grita tratando de hacerla enojar para que deje a su hermano libre.
-No debes preocuparte Deannie. Sam, aquí presente, es interesante, pero él huele a demonio y ángel caído. Son dos cosas que no me apetecen en mis platos – Sam gruñe pero ella no le hace caso, mira al resto de los presentes – Ellos por otro lado se ven más apetecibles – se pasea frente a cada uno y los olfatea – Sí, definitivamente huelen mejor – otra vez mira a Dean – Pero tengo tan buenos recuerdos de ti Dean, cuarenta años saboreando tu sangre y tu piel, nunca he probado nada tan dulce como tu, nada tan dispuesto a sufrir por otros,  tu autosacrificio es como una especia rara y única, algo sumamente difícil de encontrar.
Si las miradas pudieran matar esa bruja habría estado ardiendo en llamas frente a los presentes, nunca ninguno de ellos había visto un odio tan profundo en ojos de una persona, pero ahora mismo esas dos expresivas fuentes verdes que habían visto llenos de ironía y arrogancia durante los últimos días, desbordaban sin ningún control un odio visceral que les pone el vello de punta. El hermano menor no lucía mejor aunque parecía intentar controlar sus sentimientos, parecía hacer grandes esfuerzos para contener su furia.
-Bueno Deannie – se acercó a el y lamió con suavidad el hilillo de sangre que escurría por el brazo – Ya sabes cómo es esto, cómo me gusta. ¿Qué dices? ¿Empezamos?
-Vete al Infierno – contesta con la voz cargada de desprecio el joven
-Oh! Pero si me llevó tanto salir y encontrarte – refute el demonio con vocecita infantil – No Deannie, no, no. Ya sabes que debes hacer, o te brindas o.....
Lo dejó en suspenso mientras hacía un gesto suave con su mano derecha y todos veían como la cabeza del oficial Hunt giraba sobre su cuello y quedaba viendo la pared, para luego deslizarse hasta el piso el cuerpo sin vida formando un bulto amorfo y grotesco.
Aunque todos ellos fueron testigos alguna vez de echos de violencia y muerte, nunca habían presenciado la caída de uno de los suyos de una manera tan fría e impersonal, la mujer que se hacía llamar Zaira no había mirado ni un segundo al hombre que acababa de matar, la agente Weiss no pudo reprimir un sonido gutural de horror originado en su garganta.
-¡HIJA DE PUTA! -gritó el mayor de los Winchester.
-Deannie – habló ella entre el sonido de una risa – Te lo dije ¿verdad?, ya conoces el juego, lo practicamos por décadas ¿o es que lo has olvidado?
-¡Déjalo! - ordenó el menor que entendía que el demonio sólo buscaba algo de su hermano, y ya sabía qué era ese algo – ¡Déjalo en paz, bruja!
El demonio inclinó la cabeza hacia su lado.
-No..no...no, Sammy. No creas que puedes intervenir en esto, si te metes serás el próximo o quizás decida empezar mi cena contigo a pesar de que no serías ni de cerca tan sabroso, ahora cállate – ordena y aunque el hombre trata de gritar nada sale de su boca.
-¡No lo toques! - la veta protectora de Dean surgía aunque él no la buscara, siempre lo acompañaba, cada día de su vida – Déjalos a todos. Es a mí a quien buscas, ¿no?
La mujer se acercó al mayor.
-Siempre a ti Dean, he pasado en el Infierno años alimentándome de almas vendidas, jamás tuve el placer de saborear una tan exquisita como la tuya. He soñado con este momento tanto tiempo que llegué a creer jamás se me presentaría y ahora, ahora estoy impaciente y hambrienta, no puedo dejar de pensar en mi lengua recogiendo tu sangre.
-¿Los dejarás ir? - inquiere el hombre con los ojos cerrados - ¿Dejarás que todos, incluso mi hermano se marche?
Ella lo pensó por unos segundos.
-Por este momento cazador, sólo por saborear este momento, te juro por mi alma maldita que todos ellos serán liberados, vivos. - entonces se paró justo frente a su presa – Pero no será hasta que vean lo que pasa aquí, quiero que presencien el sagrado momento, porque es justo por esto que eres tan malditamente irresistible, es por ellos, por proteger a estos humanos que tu sangre es tan dulce, tan pura.
El hombre abre los ojos y levanta la cabeza, mira los ojos negros del ser frente a él y aunque siente a su hermano menor retorcerse tratando de evitar lo que está sucediendo no puede dejar de ver al hombre que yace inmóvil detrás del demonio, sabe que pudo evitar esa muerte, mentalmente agrega una barrita en una extensa línea de rayitas donde cada una de ellas representa a alguien a quien no salvó, mira a los otros cuatro inocentes que se encuentran allí por su culpa y a su hermano, les dedica una sonrisa de lado, devuelve la mirada al monstruo y con los ojos vacíos de toda expresión habla.
-Lo haré – ella sonríe y lo libera de su prisión invisible, saca un largo cuchillo que nadie había visto y se lo extiende por el cabo al cazador, éste lo toma y lo gira en su palma derecha, luego, con tranquilidad se quita la chaqueta siguiendo con el resto de la ropa hasta quedar desnudo de cintura para arriba. El demonio se relame los labios ansioso.
Los oficiales se quedan duros de la impresión cuando ven la cicatriz de fuego en forma de mano en su brazo izquierdo, pero peor quedan cuando ven al hombre acercar el cuchillo al interior de su propio brazo y con mucha lentitud insertar la punta en la piel por medio centímetro y luego deslizarlo desde la muñeca hasta el codo, la sangre empieza a manar espesa, la mujer sonríe ferozmente con la lujuria inundando el rostro, mientras el menor de los hermanos se agita con violencia tratando de evitar todo el espectáculo.
Zaira se acerca al hombre herido pero antes de entrar a su alcance se detiene.
-Si me atacas sabes lo que pasará.
-No lo haré – responde Dean sin moverse más que para extender a un lado su brazo abierto.
Ella se lanza hacia la carne y la sangre, toma el brazo con fuerza y entierra los dientes en la carne expuesta, el sonido que hace recorre el recinto llenando de asco a todos los presentes, intentan desviar la vista o cerrar los ojos, pero lo sienten una falta de respeto hacia ese hombre que se está dejando comer para salvarles la vida y de todas maneras no pueden cubrirse los oídos para apagar ese sonido, que saben, les acompañará por el resto de sus vidas.
Lágrimas recorren los rostros de la agente Weiss y Sam Winchester, la primera sobrepasada por la pena, el segundo por la impotencia.
Dean no mira a nadie, no quiere hacerlo, desde que Zaira entró en el lugar supo como seguiría aquello, supo que todos sufrirían, pero él no lo hace. Siente los dientes royendo su carne y la boca succionando su sangre, el dolor físico lo traspasa pero él lo deja seguir, algo que aprendió en el Infierno, su mente divaga en otras cosas, se deja hacer, mientras el dolor se mueve reptando por su piel pero sin ser detectado por su cerebro.
Después de unos segundos ella se cansa de la herida abierta, le gusta sentir el olor del acero en la sangre, así que él mueve el cuchillo y hace un corte casi idéntico al anterior pero en forma paralela al primero, ella se inclina otra vez y puede sentir el clímax que la sacude. Cierto asco se revuelve en su estómago pero no quiere hacerse el inocente, vivió eso por cuarenta años, sabe como se siente, sólo puede agradecer nunca haber llegado a ese nivel de depravación él mismo estando allí abajo.
Pero no están en el Infierno ahora y él no volverá a la vida una vez que su sangre se agote, si siguen así mucho tiempo cada gota que ella tome lo alejará un poco más de la realidad que vive en esos días, por unos momentos se ve tentado de dejarse ir.
Ella se ha cansado y él practica otro perfecto corte junto a sus compañeros. Pasea la vista por los presentes, ve a los oficiales y a los dos agentes del FBI que lo insultaran durante dos días con cara de espanto, la mujer incluso llora, no es consciente pero se le escapa una sonrisa burlona, una que los otros interpretan cómo “Miren qué gran monstruo soy, no, si a mí me encanta matar inocentes”, las mismas palabras que escucharon veinticuatro horas antes y le valieron un par de golpes en el estómago por parte de Hickman. En estos momentos esas palabras tienen un significado tan cínico para ellos que el agente no puede más que desviar la vista de los verdes, fríos y vacíos ojos del cazador. Están todos atrapados viendo cómo una persona es desangrada por un demonio, una persona que se presta al juego sólo para salvarles la vida a ellos, los mismos que intentaban sólo hace unos momentos atrás reunir información suficiente para pedir la condena a muerte. Qué estúpidos se sentían ahora, qué culpables, porque si ellos no hubieran encerrado a esos dos hombres esa criatura jamás les habría encontrado.
Dean siente que la fuerza empieza a abandonarlo pero eso no evita que se haga una nueva herida y su brazo parece hilachas de tantas líneas que se ha echo, ha contado el tiempo desde que empezó el juego y sólo le queda rogar porque las cosas funcionen como las pensó. Mira a Sam y este ya ha dejado de observarlo, tiene la cabeza gacha y sólo lo sacuden los sollozos que le acometen, Dean sonríe con ternura a su hermano deseando que éste lo mire, tratando de tranquilizarlo, pero Sammy no tiene fuerzas para levantar la cabeza, el mayor no puede evitar sentirse bien, “Que tontería” piensa, pero ver a su hermano sufriendo por él le hace creer que aún hay algo del viejo Sammy allí dentro.
El tiempo pasa y el mareo arremete contra él, es la bajada por la pérdida de sangre y se siente tan débil que no puede evitar caer de rodillas al suelo, Zaira cae con él, riendo entre bufidos de placer, el ruido de su cuerpo al caer logra levantar el rostro de su hermano y ahora sí le dirige esa mirada que quiere decir “Todo estará bien, Sammy”, pero el otro se vuelve más violento al ver el estado del mayor.
De repente el demonio se aleja de él asustado.
-¿Qué.....qué has echo maldito? - acusa mientras se retuerce de dolor.
Dean se pone de pie y los presentes saben que ese hombre está herido y débil pero no lo parece, no parece que lo hubieran estado desangrando por un buen rato, camina hacia el demonio dejando tras de sí una línea de sangre, pero se ve gigante, fuerte y amenazador, la mirada parece una espada de hielo verde y se clava en la mujer sin contemplaciones.
-¿Realmente creías que no iba a tomar medidas contra ratas como ustedes? ¿No crees que después de salir del Infierno no pensé en cada uno de los que me torturaron, de los que se divirtieron haciéndome jirones, no crees que me preparé para recibirlos? - la voz es grave, serena, cargada de amargura y desprecio – Para cada uno de ustedes tengo un veneno aplicado y en espera, cuando entraste Zaira supe que sólo debía esperar, quizás muriera, pero sabía que te mataría primero. - el cazador se inclina sobre el demonio y toma un cuchillo del cinturón de ésta – No debiste traer un arma como esta a mi presencia Zaira, fue descuidado de tu parte.
La mujer se revuelca entre espasmos de dolor y suplica por su vida, pero no hay un mota de piedad en el hombre que está frente a ella. Éste se pone en cuclillas junto a ella la vuelve boca arriba tomando uno de sus hombros y luego, con violencia en el movimiento pero sin nada en la mirada, clava el puñal en el corazón de la chica, el cuerpo se convulsiona y destellos de luz lo atraviesan, después de unos segundos el demonio a muerto y los prisioneros han sido liberados de la fuerza invisible que les retenía.
Dean quita el puñal y se pone en pie, los oficiales no saben que hacer con lo que han vivido, Sam en cambio se acerca hasta su hermano, dudoso, con la intranquilidad pintada en el rostro, por unos momentos refleja al antiguo Sammy.
-¿Dean? - pregunta nervioso.
El mayor de los hermanos se vuelve a ver al otro, una nube cubre el habitual brillo de sus ojos.
-Ya está bien Sammy, ya todo terminó.... - dice y se desmaya.


***************

Han pasado tres días desde la última experiencia cercana a la muerte de su hermano, Dean aún no ha vuelto en sí y Sam teme que sus heridas sean más que las que le desfiguran el brazo.
Durante ese tiempo los oficiales y los agentes Weiss y Hickman han tenido tiempo de recuperarse del shock y han puesto en movimiento una cantidad enorme de falsos expedientes que pronto cubrirán todo lo relacionado con él y su hermano. Se sonríe al pensar que han logrado justo lo que hablaban unos momentos antes de que Zaira los atacara, claro que no todo el mundo se enteraría, pero un par de agentes del FBI y los miembros al completo de una comisaría en un pequeño pueblo perdido de la mano de Dios tenían los ojos abiertos a una realidad siniestra y mágica. De alguna manera le reconfortaba, esas personas conocían la verdad y aunque no fueran muchas eran más que antes, había gente en este mundo, gente normal, que sabía que los hermanos Winchester peleaban cada día por hacer su día a día más seguro, lo hacía sentir bien por él, pero más que nada por su hermano.
Estaba solo esperando a que su hermano se recuperara, ya no tenían más que hacer en ese lugar. Había guiado a la policía hasta la cueva del wendigo, se había dado sepultura a todos los muertos incluido el oficial Hunt y la joven poseída por Zaira. Samuel se quedó un par de días pero luego se marchó por otra cacería, Bobby aún permanecía inquieto esperando noticias de su muchacho, porque Sam había aceptado hacía mucho tiempo que Dean era el muchacho de Bobby.
Tan concentrado se mantenía en sus propios pensamientos que no vio los ojos de su hermano abrirse. Dean despertó y le caldeó el corazón ver a Sammy a su lado, no sabía que había sucedido ni el tiempo transcurrido, pero estaba vivo, Zaira estaba muerta y su hermanito se encontraba junto a él. Podía ver en ese rostro conocido los secretos y el cambio rondando, aún recordaba el brillo de reconocimiento en los ojos de su hermano cuando el demonio se presentó, podía sentir en el aire el peligro que les acechaba, pero a la larga eso no importaba, quizás le tomara tiempo descubrir los pliegues ocultos de Sam, quizás le llevara la vida enfrentarse al nuevo mal, pero ese día se sentía bien, tenía a su hermano, tenía su vida y había acabado con una puta.
-Vamos Samantha, ¿no te vas a poner a llorar?¿verdad? - le increpa con una voz cansada.
Sam levanta la mirada y sus ojos multicolores se iluminan mientras una sonrisa sincera le atraviesa el rostro y por un segundo, no más de un segundo, Dean ve en ese rostro a su antiguo hermano y sonríe también “Sí – piensa – Tu y yo hermano, tu y yo juntos, de nuevo”.
-Jerk – insulta con amor el menor.
-Bitch – responde con esperanza el mayor.
Aún tenían cosas que hablar, secretos que develar y confesiones que hacer,  pero había tiempo, otro tiempo.

Continuará...


Besos y Buena Suerte!!! :D

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