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jueves, 31 de marzo de 2011

Misión - Capítulo 14

Uia, publicando todos los días el fic se termina pronto...¿qué hago luego ^///^?




Capítulo 14


-Michael ha retomado el liderazgo del Paraíso – revela Castiel.
-¿Y ahora? - pregunta Sam inquieto.
-Bueno – acota Dean – Por lo que sabemos Mike es tan tradicionalista como el ninja así que supongo vendrá tras de ti, Sammy.
-No entiendo lo del ninja, pero mi hermano es tradicionalista y sí, vendrá por Sam – declara el ángel.
Dean no puede más que revolear los ojos fastidiado por el otro.
-Tal vez deberían matarme y terminar con todo – ofrece despacio el aludido, su hermano lo mira, sólo eso, no necesita más, le parece estúpido y no va a dejar que lo haga – Es todo el planeta Dean, no soy más importante que billones de personas.
El mayor quisiera decir que sí lo es, que no es responsabilidad de ellos siempre sacrificarse, que se salven solos. Quisiera hacerlo pero no puede, sabe que llegado el caso él haría lo mismo que propone su hermano pequeño.
-No serviría de nada, Sam – informa Cass.
-¿De qué hablas? - le interroga Dean con una extraña mirada de “qué carajos me ocultas”.
-Matar a Sam sería matar su consciencia, Lucifer tomaría el control del cuerpo y lo reviviría para ya nunca dejar volver a tu hermano. Ahora que Michael ha vuelto intentará matarle y matar a su hermano, pero los demonios también están tras de él, intentando recuperar a su creador.
-Entonces debemos mantener el muchacho a salvo – Bobby no pregunta, lo aclara.
-Sí, pero más importante, él puede ayudarnos.
-Ya lo dijiste Cass, pero ¿cómo hacemos eso, cómo quieres que entrene para controlar el poder de Lucy a la par que lo mantiene encerrado? - le increpa el mayor.
-Usaremos un ser empático - el resto lo mira – Él podrá decirnos cuando Lucifer está ganando terreno sobre Sam y detener el entrenamiento, lo pondremos dentro de un círculo de aceite sagrado y conozco sellos que mantienen a los ángeles restringidos.
-¿Y si Lucy lo controla por completo? - pregunta angustiado Dean.
-Es un riesgo que debemos correr – dice el ángel y la mirada verde que recibe casi le hace retroceder, no sabe por qué, pero ese humano parece capaz de cargárselo si sigue en esa línea de estrategia.
-Tiene razón, Dean, y lo sabes – acepta Sam – Lo haré.
-¿Qué? Pero...
-Nada Dean, es mi decisión.
El mayor no dice nada, no hay más para agregar, su hermano tiene razón, es su decisión, él odia eso pero es verdad.
-¿Ese empático... - interviene Bobby - …será lo suficientemente hábil como para decirnos quién es el traidor?
-Sí – confirma el de la gabardina.
Dean no dice nada, sabe de qué hablan, podrá no ser el más inteligente en la viña del señor, pero de ahí a idiota hay un gran trecho, en cuanto vio a Raphael supo que alguien los había traicionado.
-Bien – habla el hombre en tanto se pone en pie.
-¿Qué haces... - empieza Sam mientras intenta impedir que se levante.
-Estoy bien – y se lo sacude de encima.
-Muchacho... - lo intenta Bobby y es el último que lo hace, reciben una mirada que pone a cada uno en su lugar.
-Estoy bien y hay trabajo que hacer. Cass, tu ve por ese empástico, tráelo lo más rápido que puedas.
-Empático – corrige automático Sam, su hermano ni lo mira.
-Bobby tu consigue aceite sagrado, mucho. - se pone la ropa – Sammy, necesito que reúnas grupos pequeños de trabajo, junto con Samuel hagan agrupaciones de no más de veinte personas, los quiero separados, el empaltico va a tener que empezar por ellos – Sam sólo lo mira, al igual que los otros – Necesitamos una lista con los nombres de todos, que cada persona aquí sea identificada, lo que pasó hoy no va a volver a pasar.
Se acerca a Castiel.
-¿Y tú? - pregunta su hermano
-Me marcho – la frase cae como agua helada y comprende que lo has malinterpretado – Dejé algo detrás, voy a buscarlo.
-¿Qué cosa?
-No es nada importante para esto, es sólo importante para mí – mira a Cass – Bien, transportes interestatales Castiel un pasaje para Lawrence, por favor – el otro lo mira sin entender nada – Que me lleves a Lawrence – aclara y desaparecen.

********************

Esa mañana la noticia sobre el ataque se ha regado por el campamento y todo mundo pregunta por Dean y su condición, decir que está bien es gastar saliva porque el no verlo hace que todos sospechen, aún así se hace lo que les dicen. Para Samuel y John hacer algo que ha sido ordenado por su nieto e hijo, que ni siquiera se ha tomado el trabajo de explicarles en persona, no es precisamente un trago dulce, pero ambos ponen en práctica los medios para tener una lista de los cazadores así como la organización de pequeños grupos de trabajo que le permitirá tener a unos separados de otros.
Dean regresa pronto pero Cass sigue con su viaje, Sam intenta averiguar qué cosa había ido a buscar pero el mayor sabe guardar sus secretos.
Dos días después del ataque Castiel aún no regresaba pero todo estaba listo para su arribo, las personas identificadas, el aceite preparado y un lugar de entrenamiento repleto de sellos para impedir la salida de un ángel, lo suficientemente apartado y cubierto para que se pudiera trabajar sin ojos curiosos.
Dean se ha pasado esos días trabajando dejando todo listo, entrenando y jugando con los niños del campamento que parecían adorarlo, su madre sonreía cada vez que lo veía con los pequeños, su hijo tenía un don con ellos. Sam en cambio meditaba la decisión tomada y trataba de juntar las fuerzas para afrontar el reto, aún así no podía dejar de ver y estudiar a su hermano, parecía estar en perfectas condiciones físicas y mentales, pero él lo conocía lo suficiente como para dudar de esa brillante sonrisa que dedicaba a todo el mundo.
-Sam, deja de mirarme o te juro te doy una paliza
Su hermano lo había estado siguiendo como un perro faldero desde lo ocurrido con el arcángel, estaba empezando a impacientarlo el darse vuelta y chocar con el faro Sam a cada instante.
-Estoy bien, ok?
-Eso dices, pero...
Dean se vuelve hasta quedar frente a frente con el gigante con complejo de sombra.
-Pero es cierto, estoy bien – sentencia.
-De acuerdo, Dean, es sólo que no me cuentas nada y...
-Sam – lo interrumpe poniéndose serio – Sí, estuve en el infierno. Sí, fueron miles de años. Sí, recuerdo cada hora de cada día, pero no me molesta, es como una pesadilla, está ahí – se golpea la cabeza con los dedos – pero no se siente real. De veras Sam, estoy bien. Aléjate, has tus cosas, ve a entrenar, no sé, algo que te aleje más de dos metros de mi o que te haga mirar hacia otro lado que no se en el que esté yo.
Se aleja caminando fuerte, golpeando el piso en cada paso y su hermano se queda porque no quiere enfurecerlo, cosa que sabe logrará si sigue presionando. Dean parece estar bien, sonríe mucho, hace chistes, aparece en cada reunión que se realiza y está involucrado en cada nueva pista, pero Sam tiene miedo de que sólo sea una máscara, que debajo esté destruido, no siempre puede ver a través de su hermano y ésta es una de esas veces.
-SAM – le llama Samuel – Ya llegaron.
El muchacho corre junto a su abuelo y juntos se dirigen a la Sala de Estrategias. Bobby, Cass y una muchacha están allí. Sabe que esa debe ser la persona que lo ayudará en el entrenamiento pero le molesta que sea tan joven, que parezca tan inocente.
-Sam ella es Selene – los presenta Bobby.
-Encantado – dice él y le tiende la mano.
Ella lo estudia unos segundos torciendo ligeramente la cabeza, sus ojos del color de la miel se prenden de los multicolores masculinos y una sonrisa de labios coral se extiende en su cara.
-No es cierto – afirma con voz dulce – Pero al menos eres educado.

***************************

Sintió la presencia antes de ver a quien lo observaba, cerró los ojos en busca de paciencia.
-Cass, si empiezas igual que Sammy te juro que no me va a importar que me duela, te voy a pegar.
-No entiendo.
Dean pensaba que a veces Castiel se hacía el autista para pasarlo bomba.
-Sabes bien de que hablo, déjame en paz, ya les he dicho mil veces que estoy bien – perfora los ojos azules con dagas verdes – Y estoy bien, de veras, no sé cómo hacer para que me crean pero estoy bien.
-Vine a buscarte porque trajimos a la chica que va a ayudarlos.
El cazador se queda cortado con cara de circunstancia, hasta se le suben un poco los colores.
-Ah! - hace una media sonrisa – Vamos entonces – y se pone en movimiento.
-Dean? - la inseguridad no es propia de Castiel, pero en ocasiones ese hombre hace que se sienta de esa manera, sin saber si es la persona más fuerte que conoce en la vida o la mejor mentirosa.
El cazador se vuelve a verlo y entiende la preocupación que reflejan los cristalinos ojos, tiene ganas de gritar pero sabe que eso que ve no es común, no en ese ser y no puede evitar hacer caso a esa parte suya que siempre está pendiente del bienestar ajeno.
-De veras Cass – dice con la voz relajada – Se que no lo entienden, se que tienen sus dudas pero hablar de ello no ayuda y realmente estoy bien.
Desvía la mirada dirigiéndola a la nada, el ángel lo mira y por unas milésimas de segundo se le permite avistar un trozo del abismo de dolor que anida en ese ser.
-Conoces el Infierno, estuviste allí, nunca hablamos de eso pero sé que tú me viste en ese lugar. Viste en lo que me estaba convirtiendo – vuelve sus grandes ojos y los clava en los de su amigo, porque así siente a esa criatura, un amigo – Fue horrible regresar, cuando desperté allí y creí que nunca había salido...yo, lo odié. - siente dentro surgir el mismo dolor que en ese momento pero logra controlarlo – Sin embargo también fue una oportunidad, esta vez pude resistirme, ser fiel a mí mismo y es por esa razón que te digo estoy bien, sé que no fue real, pero se sintió así, de alguna manera eso me hace sentir mejor.
El ángel no entiende de esas cosas, no entiende del deseo de redención, de pagar con dolor los errores del pasado.
-¿Cuánto fue Dean?
-No estoy seguro, en algún punto me perdí a mi mismo, me olvidé que existía y perdí la cuenta de los días. Tampoco importa Cass, lo que importa es que estoy aquí, que aún puedo ayudar, eso es todo lo que a mí me interesa.
Toma el camino hacia la tan utilizada sala de reuniones dejando atrás a su amigo. No repara en la pena en la mirada ajena, no ve la culpa del otro. A Castiel le duele por lo que le ha contado el hombre, le duele porque implica un sacrificio más grande del que el otro pueda imaginar, la conciencia de la existencia es un don divino, un don que no se pierde ni después de la muerte, para perder esa condición se debe soportar un sufrimiento que logra afectar el alma misma, una herida que nunca cicatrizará, no importa lo que diga Dean, él estaba marcado no sólo en esta vida, una alma herida es un alma que cargará su pena aún en el paraíso.

Continuará...



Abrazos y buena suerte :D

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