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viernes, 25 de marzo de 2011

Misión - Capítulo 8

Finalmente estoy entrando en ritmo, que no sabía yo cómo iba a ir la cosa, pero parece que voy mejorando en lo de publicar cada día!!

Me siento tan bien conmigo misma... :P




Capítulo 8


Ha pasado una semana desde el regreso de Mary y nadie está recuperado por completo, tener que contarle a su madre aquello por lo que han pasado durante ese tiempo no agrada a ninguno de los hermanos. Para ella saber que sus hijos no sólo no han podido huir de la caza sino que han estado involucrados en situaciones mucho más riesgosas de las que creyó existieran ha sido un golpe duro. El solo echo de imaginar el sufrimiento de sus niños le acongoja el corazón, los observa a cada instante temiendo que se los arrebaten en cualquier momento y los estudia también, intentando averiguar la clase de hombres que son.
La reunión la sorprendió de tantas manera, con Sam era un descubrimiento nuevo a cada instante, con Dean era un reencuentro y reconocer las viejas cosas en las nuevas.
Sam la ha sorprendido de tantas maneras, no sólo porque parezca un faro, la sorprende por su inteligencia, por saber que luchó por tener aquello que ella siempre soñó, le duele saber que ha sido la causante de su sufrimiento y a pesar de los años transcurridos aún se escucha la tristeza en su voz cuando le habla de Jess, Mary desearía haber conocido a esa joven que tan feliz hizo a su pequeño. Ellos le han contado cada suceso a sabiendas que lo averiguaría de una u otra manera, así que sabe la participación que ambos tuvieron en el inicio del Apocalipsis y no puede estar más orgullosa cuando sabe que su pequeño venció a Lucifer en su juego y además ha logrado controlarlo. Sabe que Sammy no es ahora como debería ser sin el Demonio dentro de él, pero a pesar de ello puede ver la bondad dentro de él y el amor que tiene por su hermano mayor y eso hace sentir el corazón de Mary más liviano. Porque su pequeño es un buen hombre, un gran hombre que ha sabido poner la seguridad de otros antes que la propia. Y en definitiva porque es un hombre, no un niño, un hombre echo y derecho, fuerte, hábil e inteligente y eso le hace sentir orgullo de ese pequeño bebé que dejó una noche en su cuna.
Dean, Dean era diferente, a pesar de tener sólo cuatro años cuando lo perdió, ella fue capaz de conocer a su hijo mayor, saber o intuir la clase de persona que sería, no la sorprende en nada ver el hombre que ha llegado a ser. Sabe y no necesita que nadie se lo diga, porque ella lo sabe sólo con mirar sus hermosos ojos que está destruido de muchas maneras diferentes e irremediables, también sabe que es así porque no dedicó un sólo día de su vida a preocuparse por él mismo. Así había sido su hijo desde pequeño, siempre había sido un niño lleno de energía que se pasaba el día jugando, cuando sonreía Mary juraba escuchar un canto que le susurraba en el oído, porque esa sonrisa parecía encerrar en ella la alegría de la vida, y era así porque su niño era feliz con las cosas más sencillas, ayudarla a cambiar a Sammy, comer un emparedado sin corteza, las tartas, Dean nunca pedía nada especial, para él su felicidad era estar con sus padres y su hermano, con su familia, pero también preocupado por ellos, porque John, Sammy y ella estuvieran bien y felices, sólo cuatro años y aún recordaba sus pequeños bracitos confortando su corazón dolorido por las peleas con su marido.
Mary había imaginado a ese niño de hombre y lo vio tranquilo en su casa, trabajando de lo mismo que su padre, porque era la clase de persona que seguía los pasos de quienes quería, se lo imaginó con una esposa e hijos, feliz, sin ambiciones de orden material, feliz en su pequeña y común vida.
Pero el destino y su muerte prematura le habían robado eso y aún así era exacto el hombre que debía ser, entregado a su familia, roto sí, pero aún fuerte por ellos, frente a ella su sonrisa volvía, verla hacía que ese hombre sonriera como cuando niño y todos en la habitación se habían vuelto a verlo la primera vez que vieron esa muestra de felicidad, todos incluido Sam que era testigo por primera vez de ella, parecía salir de un lugar escondido y protegido de alguien que no podía tener un sólo resquicio libre de dolor o muerte, pero sí había un sitio así en Dean, era una pequeña cantidad de recuerdos que le habían echo saber siempre, que quizás la vida fuera una mierda y él estaba hasta las orejas en ella, pero ahí afuera, del otro lado de la vereda, había una mujer y unos niños, y esa mujer, no importa cual, daría todo, hasta su vida por esos niños, porque existían cosas buenas en la vida, él las tuvo una vez, existían madres, familias, existían otras opciones, saber eso siempre le había echo seguir. Recordar a su madre le había echo seguir porque los demás pudieran tener eso que él había tenido una vez. Así que aún recordaba esa sonrisa y si bien no había podido usarla por décadas se la dedicaba a su madre, porque esa sonrisa le pertenecía a ella.
La mujer no se cansaba de observarlos, aún a la distancia, el mayor llevaba largo rato sentado en una colina cercana, ella podía adivinar que estaba procesando todo lo que sucedía, tranquilo y sólo, pensando. Una sombra se le acercó y vio al menor dirigirse a su hermano, el corazón de Mary saltó emocionado, sus hijos eran hermanos, unidos con una fuerza inquebrantable, no podía saber en siete días todo por lo que esa relación había pasado, pero fuera lo que fuera la había convertido en algo enorme y legendario, hermanos que conformaban una unidad. Era simplemente hermoso para ella quedarse allí de pie viendo a sus dos hijos compartiendo un momento de su día.
-Dean
-Sammy
Están sentados uno al lado del otro, poco a poco el campamento se empieza a acostumbrar a ver a esos hombres juntos, como si ambos fueran dos partes de un mismo ser, totalmente diferentes y totalmente compatibles.
No hablan de inmediato, no necesitan hacerlo porque los dos piensan en lo mismo.
-Es una locura Sammy, una hermosa, pero locura al fin.
-Lo se, tampoco entiendo a dónde va todo esto
-Cass me dijo que la humanidad nos necesitaría a nosotros y todos los cazadores, nunca creí que se refiriera a ésto – suspira fuerte y le regala a su hermano una mirada que le demuestra al otro la preocupación que siente.
-No se que pensar Dean. Bobby y Samuel están investigando, gente en todo el mundo está investigando y también nos llegan reportes de todos lados de gente que está volviendo, hay personas viniendo desde otros continentes, cientos y en poco tiempo serán miles, nadie sabe qué pasa ni por qué, pero parece ser que estás en el centro de todo ello.
Dean se mesa los cabellos desesperado.
-Y ahí tienes la mayor ironía de todas, ¿Por qué yo?, vamos Sammy, no hay nada, ni una sola razón para que ellos pregunten por mí, para que vuelvan a la vida queriendo servirme a mí. Ni una sola puta razón.
-Eres quien salvó el mundo – repone el menor convencido de sus palabras – Esa puede ser la razón – agrega con ironía.
El mayor se pone en pie en un movimiento brusco y lo encara apuntándole con un dedo a la nariz.
-¡Tu salvaste al mundo!¡Que te quede bien claro Sammy!¡No voy a permitir que nadie te niegue ese derecho, tu arriesgaste todo y te fuiste al infierno por ellos, no yo, tu!
Se aleja con la violencia haciendo bulla bajo la piel mientras la mirada de Sam le sigue risueña.
“Tu no lo arriesgaste idiota, tu lo diste” tiene ganas de decirle “¿O acaso no era yo lo último que te quedaba?”, le repetiría las palabras que le dijo unos días antes pero sería inútil, Dean tenía un talento enorme para no ver nada de lo que hacía bien. Se pone en pie con elegancia y sigue el camino trazado por el mayor “como siempre”, piensa sardónico. Sus pasos son más largos por intentar alcanzar al otro y ya está a punto de su cometido cuando escuchan unos gritos provenientes de la sala de reunión.
-QUIETA TE DIGO QUE NO PASA NADA – es la voz aireada de Christian la que escuchan y se precipitan hacia la puerta, Dean está a punto de abrirla y Sam se coloca a su derecha por si necesita ayuda.
-NO ME TOQUE, YA ENCONTRARÉ YO SOLITA A DEAN – es la respuesta de una mujer, se escuchan golpes y quejidos y ahora sí Dean empuja la puerta.
Del interior sale a la carrera una joven mientras que su primo se encuentra derribado en el piso, pero justo cuando la corredora está por traspasar la puerta Gwen que también estaba probando el polvo del suelo le hace una traba que manda a la joven a caer en brazos de su hermano, éste la abraza para evitar su caída y se queda rígido en el lugar. Sam lo ve estrechar el abrazo, cerrar los ojos y aspirar el olor de la muchacha, ve el dolor desnudo recorrer su rostro, lo ven los tres, él y sus primos, Gwen se pregunta que hay en el corazón de ese hombre que conoce tanto por cuentos y a la vez nada, un cazador que puede demostrar sensibilidad de tantas maneras y por tantos.
El hombre traga como si la garganta fuera dura y no elástica y suelta la respiración que ha tenido contenida, la joven no se ha movido, incluso parece relajada allí donde se encuentra, como si hubiera llegado a casa.
-Dean – se escucha que dice suave, con ternura.
El cazador la separa de su pecho y la mira directo a los ojos.
-Hola Jo – dice, le da el beso más dulce en la frente para luego alejarse de allí prácticamente corriendo.
La muchacha no entiende nada y se vuelve para ver a los demás tratando de atar los cabos que se le escapan y ve al menor de los Winchester con la sorpresa dibujada en la cara.
-Sam! - grita ella y corre a sus brazos, unos que la enlazan y la acercan emocionados a su cuerpo.
-Jo! - Sam está feliz de que ella haya vuelto, la ha querido como una hermana desde que la conociera y tenerla de regreso le hace sentir condenadamente bien.
Están allí un rato, sólo mirándose y hablando de todo a la vez, Sam logra contarle por encima lo que ha pasado desde que ella y Ellen murieran, el año que pasaron después de que Lucifer cayera y las resurrecciones del último tiempo. Después de tanta palabra se quedan en silencio un rato y el hombre sabe que ella tiene guardadas preguntas sobre su hermano, preguntas que no se atreve a hacer.
-Jo, no es nada que hayas echo, desde que murieron Dean ha tenido que pasar por mucho, él sólo está confundido.
Le presenta a su madre, Mary está encantada de conocer a esa joven llena de vida a la que se le iluminan los ojos en cada sonrisa, se pasan una buena cantidad de horas hablando y afuera la noche a caído por completo con la vía láctea y una enorme luna llena iluminando la pradera.
-Sam, ¿tu hermano se ha curado el brazo hoy? - pregunta Mary de repente.
-No lo he visto, creo que no, iré a buscarlo – se pone en pié pero lo detiene una mano de su madre
-Deja, te necesito para otro trabajo – toma el botiquín y se lo alcanza a Jo - ¿Me harías el favor de curar al cabezota de mi hijo? Si no le insistimos cada día dejaría que se le caiga ese brazo.
Jo toma la caja nerviosa
-Claro, no hay problema, ya se cómo se pone con las heridas – sonríe y se larga en busca del hombre.
-¿Qué necesitas mamá? - pregunta Sam saboreando la palabra, ¿qué tan feliz se puede sentir alguien sólo por tener su madre cerca?
La mujer se vuelve a verlo confusa.
-¿AH? …. Ah!! Sí....ummmm....Lla.... llama a tu abuelo que no ha cenado – dice y se retira a la cocina con una sonrisa pícara en la cara, sonrisa que imita el menor de sus hijos.
Sam aprende que debe cuidarse de su madre en cuanto a mujeres se trata y se marcha a buscar a Samuel.

*************************

-Hola Dean – saluda la muchacha.
Dean está en la misma colina que en la tarde, aparenta haber estado allí todas esas horas. Levanta la vista para ver a la chica y observa el equipaje que trae.
-Dios! Que ya les dije que el brazo está bien.
-Si está tan bien como el disparo de aquella vez más te vale que extiendas ese brazo y dejes que practique mi carnicería en él.
Él sonrió con el recuerdo, tantos de esa mujer. Le cedió el brazo y dirigió la mirada a la inmensidad de la noche, dejando perder la agudeza de sus ojos en la bruma teñida de plata que los rodeaba. Jo sacó el vendaje viejo y contuvo un jadeo ahogado al ver las heridas que cubrían todo el antebrazo, desde la muñeca al codo, un malla de líneas profundas, una paralela a la otra, no conocía ninguna criatura capaz de dejar ese tipo de huella.
-¿Qué te hizo esto?
-Yo – contesta sin pretender ampliar la respuesta.
-¿Tu, por qué? - pregunta horrorizada
-Para ganar tiempo – ve la intranquilidad de la chica – No te preocupes, no me he vuelto un masoquista, una demonio nos atacó y tuve que ganar tiempo – la curiosidad brillando en los ojos cafés – No preguntes Jo, por favor.
Ella oye en esas palabras más de lo que ha sucedido en ese tiempo de lo que Sam podría contarle nunca. Termina de cambiar el vendaje y se sienta junto a él.
-No fue tu culpa Dean
No necesita aclara qué cosa.
-Sí lo fue Jo, fue mi culpa, debí agarrarte a ti y Ellen y mandarlas al otro lado del mundo, mantenerlas a salvo, no meterlas en la caza de Lucy – la voz sale queda y transmite toda la angustia del hombre. Jo se arrodilla frente a Dean y toma su rostro entre las manos hasta poner sus ojos a la misma altura.
-Fue nuestra elección, eramos mujeres pero ante todo cazadoras Dean, nosotras elegimos ayudar, no era sólo su lucha.
El la mira y ella es incapaz de interpretar todo lo que reflejan esos ojos verdes.
-Ustedes eran parte de mi familia Jo, aquello por lo que peleaba, no me importa si eran cazadoras o no, nunca debí dejar que se metieran en eso y nada que digas cambiará mi pensamiento.
Jo tiene frente a sí, sólo a centímetros de distancia la boca que ama en silencio desde hace años, sabe que debajo de la fachada de ese hombre late el corazón de un gigante bondadoso, un corazón y un alma llena de mil heridas, sólo quiere la oportunidad de curar alguna de ellas, se acerca sin poder controlar las ansias y el deseo, posa con pasión tierna sus labios contra los pecaminosos labios masculinos, deposita un beso tan ligero como un aleteo, es todo lo que le es concedido porque el hombre la separa y busca sus ojos.
-No puedo Jo, no puedo hacer esto ahora. He perdido demasiado hace demasiado poco y no quiero perder más demasiado pronto. - con suma delicadeza corre el cabello de ella detrás de la oreja despejando el rostro – Jo, debes saber que eres muy importante para mí, demasiado para arriesgarme en esto, algo está pasando, algo tan grande que no puedo ni siquiera empezar a entender, pero siento en el pecho que no nos gustará a donde se dirige y yo estoy justo en primer línea. No voy a pasar por esto de nuevo.
Ella entiende que no tendrá lo que quiere pero asiente, porque lo que ha logrado esa noche es más de lo que tenía al despertar esa mañana, Dean la abraza, la acomoda entre sus piernas y la abraza con afecto pero sin lujuria, se quedan allí juntos hasta al amanecer.
Los encuentra Sam, la joven durmiendo sobre el pecho de su hermano, puede sentir el sufrimiento latente de esa relación, Dean sostiene a Jo como si tuviera entre sus brazos una pieza del más fino cristal, de la misma manera que sostenía días atrás a Lisa, otro secreto de su hermano, ¿cuánto tiempo habría amado a Jo sin que Sam lo supiera?¿cómo no adivinó en el dolor de Dean, después de la muerte de sus amigas, que esa pena escondía algo más que la pérdida de dos seres queridos? Los veía juntos ahí y comprendía con la claridad del aire que estaban destinados a estar juntos, le daba terror pensar en los tiempos venideros, en la posibilidad de que su hermano perdiera todo de nuevo.
El sol se alza en el cielo limpio de nubes, un amanecer hermoso que rodea de tonos rojos a la pareja enlazada, Dean recibe la luz con los ojos cerrados, Sam ve esos rayos posarse sobre ellos y una sensación extraña lo recorre entero, siente, aunque lo sabe imposible, que eso que ve es un regalo, casi como si el Sol le estuviera regalando a esos dos seres un poco de su energía, un poco de su calor.

Continuará...

Muchos Besos!! ;)

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