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sábado, 2 de abril de 2011

Misión - Capítulo 16

Bueno, por mi lado del mundo son las 10 AM, hora en la que tendría que estar diciendo "buenos días", pero como aún no me acuesto será un "buenas noches", les dejo el capítulo del día y me voy a entablar un relación íntima con la almohada :P
Si más tarde, (calculen una siesta de 8 horas), quieren más, me piden y subo!!



Capítulo 16


Hacía una semana que entrenaban, se suponía que ese día terminaría de registrar el campamento, si atrapaban al traidor podrían dedicarse a esto más tiempo, si no lo hacía tendrían que empezar de nuevo.
-¡¡¡NO, SAM!!! ¡¡¡CONCÉNTRATE!!! Eso es, así, un poco más, sólo un poco más y prometo que descansaremos.
¡Que diablos!, ella también necesitaba descansar, mantener a Sam al frente de su cuerpo no era moco de pavo, sentir cuando Lucifer estaba a punto de alzarse con el premio no hacía que ella pudiera controlar su accionar. Sólo podía ayudar al hombre a encauzar sus sentimientos hacia el lado correcto, ella debía enseñarle lo que había aprendido en décadas en tan sólo días, crear escudos para mantener encerradas las emociones a la vez que le permitiera usar su poder.
Podía sentir en su piel la preocupación de Dean y eso tampoco era un punto de apoyo, lo que ese hombre sentía lo hacía en extremos y mantener alejados sus sentimientos era tan agotador como mantener un ojo sobre el Diablo.
Un segundo de distracción de ella y Sam pierde la concentración dejando salir más de su habitante privado de lo que tenía planeado, Selene siente en el cuerpo el golpe de la fuerza que la lanza al aire, es sólo un segundo, sus barreras caen y todo se le viene encima. Antes de chocar contra el suelo lo hace contra algo suave a la vez que se cuela en sus oídos el sonido grave de una voz.
-¡¡¡SAAAAMMMM!!! - llama la voz y Lucifer retrocede ante el avance seguro del dueño del cuerpo.
-De...Dean – dice el menor y se deja caer exhausto dentro del círculo que lo rodea.
Selene comprende que aquello que la ha salvado del golpe no es otra cosa que los brazos del cazador. Pero no es una parte consciente la que lo hace, es la marea de emociones que se le viene encima lo que le avisa de ese hecho, escucha un grito desgarrado que surca el aire, una parte de su cerebro registra que es ella quien grita pero es tanto lo que se remolinea en su interior que es incapaz de detenerse. Dean trata de ayudarla hasta que entiende que es él la causa del ataque entonces reacciona alejándose como si sus manos fueran capaces de quemar al tacto, corre hasta Sam y rompe el círculo de fuego dejándole libre para que ayude a la chica que se retuerce entre espasmos y alaridos.
El menor de los Winchester se acerca tambaleando hasta la mujer mientras que el mayor prácticamente huye del lugar, aunque en realidad va en busca de ayuda.
-Oye, Shhhh...tranquila – intenta contener Sam mientras la toma en brazos y la acuna con delicadeza.
No había reparado en que fuera tan pequeña pero ahora que la tiene allí se da cuenta que parece una niña, nada más que una niña llorando con el corazón hecho pedazos, le duele por ella y le duele mil veces más por su hermano porque ha entendido que esa pena que Selene grita no es de ella sino de Dean.
Su madre ingresa a la carrera y toma con cuidado a Selene, automáticamente la joven comienza a relajarse y respirar en forma pausada, tarda casi media hora en volver a la realidad, la sobre carga de emociones no estaba bien recomendada para un empático, en especial si uno tenía la habilidad que ella cargaba desde toda la vida. En muchas ocasiones había perdido el control, cuando era niña le sucedía seguido y siempre terminaba con fuertes jaquecas o llantos y risas sin motivos. Pero nunca, nunca antes había pasado por algo así, el ataque físico le había quitado cada escudo de su estudiada defensa y la había dejado sin armas ante las emociones de Dean, no podía comprender como ese hombre se mantenía en pie, luchando y ayudando, ni siquiera entendía como conservaba la cordura.
No podía saber las causas de esos sentimientos, pero eran muchos y demasiado profundos todos ellos. Ella sabía desde el primer momento en que lo vio que era peligroso acercarse demasiado, más que nada por entender la fuerza de sentimientos que el hombre transmitía. Saber de qué tipo eran estos era diferente, tanto odio, culpa, miedo, todo revestido de amor, entereza y coraje.
Más de dos horas pasaron antes de que Selene pudiera reunir las fuerzas necesarias para seguir entrenando, un par de horas que Dean utilizó para mantenerse alejado y encontrar tareas que le impidieran estar presente. No sirvió de nada, la joven lo buscó por todo el campamento hasta dar con él, Sam quería ir pero ella le convenció que su hermano no volvería si no sabía que ella estaba de acuerdo, después de todo no había sido Sam el dañado.
-Dean realmente necesito tu ayuda.
-Lo que hice ahí no fue precisamente de ayuda, ¿no crees?
Continúa haciendo su labor, manteniendo un combate de práctica con otro cazador.
-¿Podemos hablar por favor?
El hombre no parece dispuesto a ceder, ni el contrincante quien se abalanza contra el rubio intentando un golpe directo, por las consecuencias se podría decir que fue un error, en cuestión de un instante el atacante está de espaldas en el piso y un cuchillo le roza la yugular. Se le escapa una sonrisa, la chica no lo sabe, pero ellos han estado intentando ganar a ese joven desde hace meses, los únicos que han sabido hacerle frente y aún así no han vencido son su abuelo y padre, mientras que son su hermano siempre empatan, en ocasiones piensan que en realidad es cada día mejor. Claro que Christian nunca le ha enfrentado y por ahí corren las apuestas.
-Gracias Tim – dice el joven y deja ir a quien ha tumbado – Vamos – le dice a la chica tomando un camino por el bosque, uno que cubra sus voces.
-Selene...
-No es para avergonzarte Dean – ataja ella sin anestesia.
Ve al otro cerrarse en banda, escudarse detrás de una cara sin expresión. Decide hacer una movida arriesgada y tomando al otro por los brazos lo pone frente a ella, Dean se deshace del agarre como si fuera tóxico y ella sabe que lo hace por su seguridad, la naturaleza rumiando alrededor y dos pares de ojos creados para ser vistos se encuentran.
-No lo es. No fueron malas cosas Dean, yo no puedo saber qué te pasó o por qué sientes cada una de tus emociones, pero te puedo decir algo, el sólo hecho de que estés de pie aquí en estos momentos es motivo de orgullo. Si yo fuese capaz de sentir la mitad que tu probablemente me habría suicidado hace mucho.
No puede evitar tomar nota de la sombra que recorre las verdes cuencas del hombre.
-¿Por qué no lo hiciste?
No necesita aclaración, él sabe a qué se refiere.
-Prometí que no lo haría.
-¿Y ahora?
-Porque hay más en juego, mucho más que mi simple persona.
El silencio se extiende sólo roto por los animales que se mueven entre el follaje y ella piensa que ese hombre de simple no tiene ni las pestañas.
-Te necesito allí dentro.
Lo pierde en un segundo, unas palabras y él ya se alejado un par de metros, Selene corre detrás de él.
-Sam te necesita – la frase ha de ser mágica porque nada más decirla el fugitivo se detiene. - Es por él, cuando tú estás ahí el es diferente. Te necesito porque es más fácil para él controlarse si tu le hablas o estás cerca. Entre los dos hay una conexión muy fuerte, como nunca he visto entre hermanos y no puedo reemplazar eso.
Dean sabe que no se negará a esa petición, no con esas razones de por medio.
-Necesito un favor – negocia.
-Dime.
-Convence a mi familia de que estoy bien - Selene lo mira, sólo eso puede hacer porque de hablar se ha olvidado, pero se recupera.
-Quieres que mienta.
-No. Quiero que omitas.
-Es otra forma de mentir.
-Quizás, pero es lo que vas a necesitar hacer para que yo vuelva.
-Chantaje.
-Sí – otra sonrisa, la joven no puede evitar preguntarse cuántas diferentes hay en el catálogo de ese hombre.
-¿Qué es lo que quieres que omita?
Él se acerca a ella y puede sentir su presencia imponerse sin agresividad.
-Todo lo que te ha hecho gritar como si te mataran, quiero que sólo les digas el desenlace de lo que has sentido.
-No...no sé de qué me hablas.
Con mucha suavidad él roza con un par de dedos el brazo desnudo de Selene y ella siente algo que no ha podido distinguir más temprano ese día, la seguridad de una decisión tomada, es una decisión terrible y abrumadora.
Dean retira su mano.
-Tú....eso, eso es....
-Escúchame bien Selene – ella no puede hacer otra cosa – No sé cómo, no sé qué deberé hacer ni a qué renunciar, pero te juro que esto se va a acabar acá. Te lo digo, no sé cómo, pero esto no sigue a más – le sonríe y ella ve en ese gesto parte del alma del hombre, la deslumbra y no puede evitar envidiar a quienes ese hombre ama, ella acepta con un gesto de la cabeza – Vamos a molestar a Lucy, siempre me levanta el ánimo joderle el día.
Se marchan juntos mientras la mujer decide que Sam es un hombre con mucha suerte, que todos ellos lo son de alguna manera.

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Lo siente dentro, se mueve furioso y violento, siente el poder pero también el odio vivo. Su conciencia lo ataca sin piedad ni descanso, por algunos segundos puede palpar toda su fuerza, es embriagadora y lo confunde, porque él no es sólo él, también es sangre maldita y no importa cuánta voluntad tenga o cuánto amor sienta, una parte de él siempre será rencor, ambición y venganza.
Cierra su mente, la protege, se concentra en mantener los hilos de su persona atados a la voz que le guía, es una voz dulce y fuerte, también amable. Intenta con todas sus fuerzas empujar hacia el fondo de su mente la risa insidiosa de Lucifer en tanto roza con los sentidos la gracia que aún hay en él, no es la gracia limpia y pura de los demás ángeles y arcángeles, pero es gracia al fin, poderosa, aterradora.
Logra por unos minutos mantener un control débil y de repente lo pierde, toda la cabeza le gira y una corriente de furia asesina lo inunda, escucha su propia voz y la sabe desconocida, siente el dolor de la invasión hasta en los huesos, quiere gritar pero ya no son sus cuerdas vocales, son de él, de Lucifer.
-Te voy a matar, te voy a aplastar como a un gusano ponzoñoso.
-¡DEAN! - es Selene quien grita cuando ve al hermano mayor caer al piso entre muecas de dolor, nada puede hacer por él, es el menor el que guarda el secreto – ¡¡SAM!! VAMOS SAM, TU PUEDES, DEBES, CONTENERLO.
Nada pasa, por el contrario, puede ver la sangre que cae en un hilo desde la boca de Dean.
-Te vencimos una vez Lucy...lo haremos de nuevo – habla entre jadeos y escupitajos, pero es él, enfrentando la muerte con el orgullo a un lado y la socarronería al otro.
Selene siente un primitivo y nada conveniente impulso de pegarle al cazador para que cierre el pico.
-SAM, TIENES QUE AYUDAR A TU HERMANO, ¡¡¡SAAAAMMMM!!!
Puede sentir al menor en su cuerpo, prisionero de la carne, lucha, intenta recuperar el terreno perdido, duele, duele como algo físico, duele de mil maneras pero sigue intentando, hay algo más importante que el dolor en juego, Dean, su hermano.
Selene logra captar cómo hace acopio de fuerzas, cómo intenta por cada medio del que dispone hacerse nuevamente con el control. No mira al otro hombre, no quiere perder la concentración, ni siquiera se permite escucharlo, pero pone toda su energía para que Sam sí lo vea y oiga y éste lo hace.
Ver a su hermano sufriendo es igual a que le insuflen energía en estado líquido, de pronto sólo puede pensar en una cosa, salvar a Dean. No le interesa Lucifer ni su poder, nada de la guerra que se acerca, ni demonios, ni ángeles. La fuerza de su alma se libera dentro del cuerpo y la oscuridad de Lucifer retrocede espantada, Sam lo siente dentro de sí, aprende algo nuevo, Lucy le teme a su alma, a esa energía blanca y sonríe porque acaba de descubrir que tenía un as bajo la manga.
Sam es Sam otra vez y la tortura de Dean se acaba, Selene pierde la fuerza que la ha mantenido de pie en la lucha y cae al suelo agotada.
-Selene – llama Sam – rompe el círculo, debo ayudar a Dean.
Ella se pone en pie como puede y hace lo que le ordenaron, Sam la ayuda y juntos se acercan al mayor que está tirado cuan largo es, hay sangre a su alrededor pero se ve el pecho subir y bajar. El menor se arrodilla junto a él y le toma el pulso, el otro abre los ojos y decora el rostro con una sonrisa de medio lado.
-¿Lo hice enojar?
Si no fuera porque está todo machucado, débil y sangrante recibiría golpes de las dos personas junto a él.
-Sí – afirma entre molesto y divertido Sam
Ponen al mayor de pie y lo llevan hasta la enfermería, se quedan allí esperando por Castiel para que acelere el proceso de recuperación. La chica le dedica miradas de reojo a la montaña de hombre junto a ella.
-Hiciste un gran trabajo.
-Casi mato a mi propio hermano.
-No, Lucifer casi mata a tu hermano. Tú lo dominaste para salvarlo.
Puede ver que ambos hombres tienen algo en común, les gusta culparse por todo.
-¿Sabes lo difícil que es suprimir las emociones de otro ser?
El muchacho la mira sin el conocimiento.
-Yo no puedo hacerlo, puedo escudarme al igual que haces cada día con Lucy, pero no puedo hacer que otro quede subyugado a mí, eso es lo que te pedimos que hagas, es monumental Sam. Vamos a tener fallos, pero hoy lo lograste, por un pequeño porcentaje de tiempo lograste algo que yo nunca podré hacer y lo hiciste en una semana.
El sonríe, es esperanza, por primera vez desde que empezó con el entrenamiento siente que puede hacerlo. Es en esos momentos que la mujer junto a él se pone tensa.
-¿Qué sucede?
Ella lo mira y él se sorprende al notar que con la puesta del sol los ojos de ella lucen como si iluminaran desde dentro.
-Acabo de descubrir al traidor.
-¿Quién es? - pregunta impaciente mientras levanta la vista en busca de la presa.
-Esa mujer – señala.
-Es....Gwen – remarca el otro sorprendido.
-No lo es, es un demonio.

Continuará...

Buena suerte y que tengan un buen fin de semana!!

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