Ipod

sábado, 16 de abril de 2011

Misión - Capítulo 27

Ya falta tan poquito para el final, que disfruten éste!!!



Capítulo 27


Había pasado el tiempo y con él se habían producido los cambios, tantos.
Después de que terminara la batalla el recuento de los caídos había sido doloroso, si se miraban los números la cuenta era de billones vivos, unos pocos miles muertos, pero los números eran impersonales, abstractos, fríos, eran mentales y las miles de muertes eran de amigos, de conocidos, de hermanos y dolían, se sentían más reales que billones de seres salvados, se sentían en el corazón. Tantos seres perdidos, William, Ellen, Caleb, Samuel y tantos otros que se volvieron sus amigos durante los meses previos a la guerra.
Los aliados se habían desperdigado con pasmosa precipitación, huyendo de aquellos que volvían a ser sus enemigos, un momento estaban ahí y al siguiente sólo había humanos y algunos ángeles.
El grupo restante realizó las ceremonias pertinentes, se dijeron las palabras apropiadas que de todas maneras no eran muchas ni les significaban nada, eran cazadores, conocían a qué iban y las posibles consecuencias, se lloró a los muertos, pero no se rasgaron vestiduras.
El regreso fue más que duro, fue casi antinatural, la mayoría volvió a la caza a lo que los había definido como personas, aquello a lo que se aferraron durante sus vidas previas.
Para Sam fue infinitamente más difícil, volvió, volvió por su padre, por su madre, por Bobby, por Jo por Selene, por Adam, porque se lo había pedido Dean. Pero no porque quisiera, lo hacía porque a pesar de todo su hermano había cumplido su promesa y él no podía ser menos.
No podía permitirse cometer los mismos errores, había crecido, madurado, era un hombre hecho y derecho y Dean la había robado la excusa de una acción diferente.
Así que regresó a su vida, disfrazó su dolor y de pronto comprendía más que nunca los silencios de Dean, sus sonrisas mentirosas, sus miradas encubridoras, era difícil, muy difícil seguir adelante cuando cada célula de tu cuerpo rogaba declaración de derrota.
Pronto supo que la caza ya era una parte de él así que siguió con su trabajo, nunca sería igual, pero era mejor que pasar el tiempo encerrado lamentando su pérdida.
Hasta eso había cambiado, de repente toda las acciones previas a la guerra habían incrementado el conocimiento de mucha gente sobre la realidad de la vida en ese planeta, lo suficiente para que los cazadores fueran respetados, vigilados, pero también ayudados por las fuerzas de la ley, no se metían con ellos en tanto lo que cazaran fueran criaturas sobrenaturales, de los que se descarriaban se ocupaban los cazadores mismos. Pero habían dejado de ser marginales lo cual ayudaba en mucho a la realización de su labor, era casi como vivir en otro mundo, uno en que no necesitaban andar siempre a escondidas, claro que los fraudes de tarjetas continuaban, que a veces se metían en problemas, sólo que era más sencillo salir.
Por otro lado la red que se creó entre ellos no se rompió y la casa de Bobby se había convertido de una vez por todas en una verdadera central de operaciones, era uno de los más viejos y expertos que quedaban, la gente confiaba en él, en sus conocimientos como confiaran una vez en las habilidades físicas e instintos de Dean.
A la vez esa casa se había convertido en más, ahora era el hogar de mucha gente, Mary no estaba de acuerdo con la resolución de Sam de cazar, pero ante la imposibilidad de cambiar su pensamiento había decidido que se mantendría cerca de él y de aquel que sabría todos sus movimientos.
John no se alejaba más que unos metros de su madre desde la muerte de Dean y Sam creía que estaba tan afectado que de no tener ese afecto cerca se habría levantado la tapa de los sesos de un balazo.
Jo se negó a marcharse y Mary no se lo hubiera permitido si hubiera querido hacerlo, al igual que a Selene, las dos jóvenes estabas solas en el mundo y su madre necesitaba gente a la que cuidar para no pensar en su hijo mayor. Sam también necesitaba a Selene, la necesitaba cerca para sentirse vivo y porque ella usaba su capacidad para ayudarlo a sobrellevar la pena.
Incluso Adam permanecía con ellos, había decidido seguir con sus estudios pero cada tanto se acercaba, era la única familia que le quedaba, se sabía aceptado a pesar de todo y había tenido que manejar mucha culpa hasta que pudo sentirse normal y bien consigo mismo. Sam no podía culparlo, Dean había intentado salvarlo desde un principio y sabía en su interior que jamás permitiría que alguien le dijera al muchacho que algo de todo eso era culpa suya, cuando él mismo se sentía mil veces más culpable.
Gracias a él y su conexión con Michael pudieron descifrar su salida de la jaula, contrario a lo que había creído Sam, Dios no tuvo nada que ver, de hecho había sido él. Cuando logró controlar a Lucifer la jaula ya no reconoció a aquel a quien debía mantener encerrado, el dato nada insignificante de que hubiera dentro un par de inocentes provocó que ésta se abriera, como si tuviera cierre de seguridad, el siguiente paso fue muy simple, el infierno es una dimensión que acepta sólo almas, espíritus a los que se dota de un cuerpo físico sólo tangible en ese lugar, cuando dos cuerpos humanos aparecieron en él de repente la misma dimensión tembló expulsando a los invasores. Michael tuvo entonces un pequeño inconveniente quedando entre dos sitios diferentes, cosa que Sam podría jurar no fue casual, porque fue suficiente para darle el tiempo a los humanos de preparar su frente de batalla.
Así había comenzado todo, con la muerte de Dean había terminado.
Hoy volvía a casa y era extraño pensar de esa manera, una casa, un hogar. Siempre que hacía ese recorrido, que transitaba esa ruta, su mente se llenaba de recuerdos y pensamientos que le nublaban la vista.
El Impala se desplazaba confiado, devorando asfalto a su paso firme. Tantas millas recorridas en él, horas, días, años, una vida. Una vida que continuaba, casi una año estaba por cumplirse de la muerte de Dean, sólo pensarlo le producía un incremento al dolor sordo que acarreaba a todos lados.
La suerte nunca había sido amiga de los Winchester pero pensar en la ironía de su vida actual era a veces demasiado, su hermano no solo había muerto, no sólo lo había dejado sin posibilidades de hacer nada para revertirlo, sino que lo había premiado dejándole una familia completa.
Recuerda los primeros meses, la furia, el dolor, la impotencia entrando en él al abrir los ojos y persiguiéndolo aún en pesadillas.
“Debes salvarlo o matarlo” le había dicho su padre a Dean, éste siempre dijo que encontraría la forma de hacer lo primero...y lo había hecho. Trescientos sesenta y cuatro días y ya tenía asumido que nunca volvería a sentirse completo, curioso que luchara siempre por una vida normal, por tener una familia y ahora que tenía todo eso extrañaba aquello que siempre había formado parte de él, quizás el que Dean estuviera siempre ahí había provocado que él lo diera por sentado, como si no hubiera posibilidad de que fuera de otra manera, y ahora, ahora que contaba con la presencia de una familia que lo rodeaba, él se sentía más solo que nunca.
De alguna manera creyó que nada se llevaría a Dean, incluso cuando fue al Infierno por salvarlo, él supo que de alguna manera lo recuperaría, cuando no estuvo con él durante una año supo que el día que lo necesitara estaría ahí, como finalmente había sucedido.
Pero ahora ya no sería así, nunca más, por toda la eternidad y eso dolía, dolía tanto que había ocasiones en que perdía la facultad de respirar, la voz para gritar, se ahogaba en ese dolor acuciante y nada podía hacer.
Recuerda las palabras de Castiel, las demandas, los gritos, las amenazas...


-Tráelo de vuelta Cass! - implora, ruega, demanda.
-No puedo Sam
-Tú puedes, sé que lo hiciste antes, que lo hiciste con Bobby.
Lo toma del peto y lo sacude.
-Sam – habla el ángel y aún el traumatizado hombre capta el dolor en la portentosa voz – Sam, no puedo, no hay nada que pueda hacer.
El hombre no quiere escuchar, no quiere excusas, quiere hechos, quiere a su hermano de regreso.
-No me mientas Cass o te juro que lo pagas caro.
De repente una espada aparece en la mano del hombre y amenaza sin miramientos al amigo.
-No lo entiendes Sam – el ángel no se perturba ni intenta retirar el arma de su garganta – Resucitar a alguien requiere autorización, pero aunque la tuviera no podría hacer nada.
-¿De qué hablas?
-Sam, lo que viste, lo que Dean ha hecho, no hay regreso de eso.
-No entiendo.
Ahora sí Cass retira la espada y toma al hombre por los hombros.
-Sam, mira a tu alrededor, ¿Qué ves?
Por primera vez desde que su hermano desapareciera Sam repara en el valle ante él. La batalla ha terminado, los demonios han sido exorcizados, los ángeles también, quedan en el lugar aquellos que lucharon junto a ellos y sólo algunos, porque los demás son personas que no reconocen el sitio en que se encuentran, shoqueados ante la escena de muerte ante ellos. Títeres de criaturas míticas recuperando su estado original.
Hay muertos, muchos, demasiados y Sam no sabe cuántos de ellos son amigos, ve a su padre que corre hacia él y eso le alegra un poco el corazón y es entonces cuando descubre algo más, se vuelve sorprendido y cuelga la mirada de Adam, un Adam que permanece de pie, estático con la sorpresa dibujada en el rostro.
-¿Adam?
-¿Sam?¿Qué pasó?
El cazador mira al ángel al mismo tiempo que su padre los alcanza
-No está, Michael no está.
-Ni Lucifer – informa Cass – Él los sacó, los mandó a cada uno a su dimensión, pero hizo más.
Sam con la mano en su pecho reconoce la verdad de esas palabras.
-¡SAM! - grita su padre en tanto lo toma entre sus brazos - ¿Hijo estás bien?
-Sí, sí papá, estoy bien.
John se acerca a Adam y también lo abraza, el muchacho no se siente capaz de reaccionar, no entiende lo que ha sucedido, recuerda todo, pero no lo entiende.
El hombre se vuelve a su otro hijo.
-¿Qué pasó con Dean?¿Dónde está?
-Dean hizo todo esto – interviene el ángel señalando el campo – Liberó a todas esas personas, acabó con la guerra y ésta no podrá empezar de nuevo, no por mucho tiempo al menos y tal vez nunca más en la Tierra.
Mira a los tres hombres en la colina.
-También se llevó a Michael y Lucifer, pero hizo más – concentra su mirada en el gigante – Quitó de tu interior la sangre de demonio.
-Ya...ya lo habían hecho antes, ¿no?
-No, no de ésta manera. Quitó la sangre primigenia, cada célula de la sangre de Azazel que estaba mezclada con la tuya ha sido extraída, estás limpio, como el día en que naciste, ya ningún demonio podrá usarte para sus planes.
Los ojos enrojecidos del hombre vuelven a llenarse de lágrimas.
-¿Cómo lo hizo?
Es sólo Sam el que habla, los demás escuchan.
-Usó su alma.
Un escalofrío recorre a Sam y John, saben que no son buenas noticias, si Dean está otra vez en el Infierno deben hacer algo y pronto.
-¿La vendió?
-No, lo que hizo va más allá de eso.
-Dios, Cass, explícate de una vez.
-Sam sabes que las almas son poderosas, son usadas para obtener energía, como moneda de intercambio. Para un demonio son como combustible porque al igual que la gracia de los ángeles, las almas humanas están hechas de la energía de Dios. Pero hay una diferencia entre las almas y las gracias, los ángeles reciben una energía determinada y siempre tendrán la misma a menos que Dios decida cambiar eso. Los humanos reciben todos la misma cantidad y su vida y acciones pueden provocar que ésta se pierda o se incremente. Eso es lo que estuve sintiendo en él estos últimos tiempos pero no me di cuenta.
-¿Qué cosa?
-¿No estuviste notando algo extraño en él, como si tuviera una energía que rodeaba a otras personas, que saliera de su interior?
Y sí, Sam había reparado en ese fenómeno y asiente con la cabeza.
-No es normal, pero bueno, ustedes dos no han tenido una vida normal. Las almas crecen pero rara vez se es consciente de ello. Las experiencias por las que pasó Dean provocaron que su alma fuera demasiado fuerte, tanto que su cuerpo no la contenía por completo, no sé bien cómo, cuáles experiencias son las que provocan que un hombre haga eso, quizás fue negarse a un arcángel o cumplir una promesa aunque le costara la vida. No se cuales son las decisiones correctas, pero morir y volver a la vida siempre hace mella en la energía de un alma, éstas no suelen hacer acto de presencia hasta que el cuerpo físico desaparece y se rompen los límites entre los espiritual y lo físico y, bueno, Dean es el hombre que más veces ha muerto y resucitado. Creo que inclusive su alma comenzó a comunicarse con él a través de los sueños, en ese sueño él sabía un secreto que le permitiría ganar, y pienso que finalmente descubrió cual era. Lo que hizo fue usar ese conocimiento – respira agitado - Deben entender que esto que hemos visto forma parte de un susurro de leyenda en la historia de nuestro tiempo, se decía que existía esperanza para la humanidad, que un hijo de Dios se las había otorgado y que llegaría el día que ellos podrían convertirse en su propia esperanza, las palabras que dijo Dean, eran la llave, nunca creí en esa leyenda, no era más que un cuento para mí, pero en él se contaba que Dios había dado las palabras y aquel que lo solicitara sería escuchado, sin embargo, aún de esa manera sólo un alma extraordinariamente fuerte podría haber causado lo que hemos visto. No sé bien cómo ha sido posible – en un gesto increíblemente humano pasa su mano nerviosa por la cara - Te digo que no puedo hacer nada porque Dean mismo no me ha dejado la opción, Dean abrió el cofre que mantiene encerrada un alma dentro del cuerpo, no es tangible, pero es real y él la abrió con esas palabras, la liberó y la usó – se mueve inquieto - No puedo hacer nada porque para resucitar a alguien debemos traer de vuelta su alma y Dean nos robo esa posibilidad, él usó su alma como arma, la quemó para terminar la guerra y salvarlos a ustedes, no ha quedado nada de ella para poder traerlo de vuelta.
Las implicaciones de lo que escucha aterrorizan a Sam.
-Por favor Cass, por favor dime que Dean está en el Paraíso, por favor.
El ángel se para firme ante el hombre, éste es testigo de las lágrimas que nadan en los azules ojos y sabe que el ángel no va a mentir, aún si le cuesta un mundo decir la verdad.
-No Sam, no está en el Paraíso, no está en ningún lado, su alma ya no existe, es como si Dean nunca hubiera existido, yo...yo quisiera hacer algo, de veras querría Sam, no creo poder expresar qué tanto me gustaría, pero no hay nada que pueda...no hay nadie que pueda, ni siquiera Dios puede.

Continuará...


Casi esta listo, espero que no me odien mucho :P


No hay comentarios:

Publicar un comentario