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domingo, 3 de abril de 2011

Misión - Capítulo 17

Oh, éste es el capítulo que marca el inicio real del descuento, a partir de éste todo es cuestión de tiempo. Espero que les guste :)




Capítulo 17


-¡Mierda! - es Dean quien habla y recién despierta.
-¿Estás bien? - lo interroga con su característica voz Castiel.
-Si sentir que te ha pasado una locomotora por encima es estar bien, apúntame en la lista esa.
Se incorpora en la cama y no le pasa inadvertida la mirada de su amigo, esa que parece analizar las cosas átomo por átomo.
-¿Qué pasa?
-Debería curarte antes de que levantes.
-No.
-Estás herido.
-¡No me di cuenta! – le responde sarcástico para luego dedicarle una mirada cargada de seriedad – Recuerdo lo que pasó la última vez que estuviste lejos del Cielo, no quiero que gastes tu mojo en mí, lo necesitaremos luego.
-No tengo ese problema ahora.
El humano lo mira entre interrogante, sorprendido y fastidiado porque al ángel hay que sacarle la información con sopapa.
-Ok, ¿qué mierda significa eso?
-Tengo pase libre al Jardín, mientras pueda entrar allí mi gracia seguirá intacta.
-No entiendo. Michael...
-Él sabe que Dios me trajo de vuelta cada vez que algo me ha pasado, ahora está tomando decisiones que van por encima de su labor, sabe que camina por una línea peligrosa y no se va a arriesgar por mí. No puedo entrar al Cielo, pero ni él ni ningún otro me negará el ingreso al Jardín.
-O sea que puedes curarme sin riesgo.
-Sí
-¿Se puede saber a qué esperas?
Por más que lo intente Castiel no entiende a ese hombre y sus reacciones. Pone una de sus manos y comienza la tarea de devolver la salud a ese cuerpo maltrecho. A pesar de concentrarse únicamente en las heridas físicas no puede sentir la otra, aquella por la que no puede hacer nada y siente en su propio interior un dolor que corresponde al otro, es algo extraño, algo que no suele sentir, conexión. Sabe que está conectado a ese humano de muchas maneras, lo sorprende cada día verse tan involucrado con un ser como él, pero ha aprendido que ese hombre no es su inferior, por el contrario a aprendido mucho de Dean, conocerlo lo ha convertido en un ser mejor. Su existencia se había volcado por completo y en lugar de ser miserable podía sentir cierta incorrecta euforia dando vueltas.
-¿Sam y Selene? - pregunta Dean cuando comienza a sentir la mejoría que la magia de Cass hace en su cuerpo.
-Están trabajando en Gwen.
Los ojos de Dean se abren tanto que el ángel teme tenga que meterlos de nuevo hacia sus cuencas.
-¿De qué rayos estás hablando?
-Gwen es un demonio o tiene un dentro, como sea.
-¿Gwen, Gwen es el traidor?
-Sí.
-Sabía que tenía algo raro – “bueno, debían revisar a Christian también”, pensó – Un momento, ¿qué tiene que ver un demonio con un arcángel al servicio del Cielo?
-Eso es lo que están tratando de averiguar Sam y Selene.
-Debo ir a verlos – mira al ángel y la mano que aún descansa en su pecho - ¿Terminaste?
Castiel reacciona bruscamente quitando su toque.
-Sí.
Ve al hombre levantarse, vestirse y salir prácticamente corriendo, minutos después de ser curado de heridas que podrían haber sido mortales. Castiel se queda unos segundos rezagado, siente un cosquilleo en los dedos, algo extraño e indefinible que se coló a través de su piel cuando realizaba la curación. No fue capaz de distinguir qué, pero había sentido algo muy especial dentro de Dean, algo único y común a un mismo tiempo.

*****************************

El lugar apestaba a aroma conocido, a infierno, el olor lo golpea nada más entrar y por unos momentos siente la tentación de huir, correr alejándose lo más rápido que pueda. Resiste el impulso e ingresa por completo, Sam, Samuel, Selene y Gwen se hayan presentes. La última atrapada en un trampa y sujetada a una silla, le recuerda a Meg, a la primera Meg. Está herida y es evidente que han estado haciendo algún trabajo para obtener los detalles de su accionar como espía. Lo que más le interesa a él es saber qué relación hay entre un demonio y Raphael.
-No sabe nada más, no miente – dice Selene y Dean observa el rastro de las lágrimas en su rostro.
Se toma el tiempo de analizar a los demás, el rostro pétreo de su hermano y la decisión mortal del de su abuelo.
-Dame el cuchillo Sam – ordena Samuel.
Dean espera que su hermano se niegue pero no lo hace, intercambia una mirada con Selene y comprende que una parte de Sam está bajo el influjo de Lucifer.
El demonio se revuelve intentado liberar sus manos, gritando como el ser condenado que es.
-Se siente culpable por lo que te pasó– aclara Selene mirando al rubio
-No fue su culpa – lo dice tajante, sin derecho a réplica y Selene puede sentir como el corazón de Gwen salta aliviado de una pesada carga – Selene, quiero que veas si siente que esto es lo correcto, es su decisión. Que te lo muestre.
-Dean... - interviene su abuelo
-Es decisión de Gwen, si quiere el exorcismo lo haremos.
-Muchacho… - su nieto se vuelve a verlo, la resolución brilla en sus ojos.
-Sólo una cosa nos separa del resto, no la vamos a perder hoy.
-Lo prefiere así, el demonio sabe demasiado, cosas que ni siquiera ella puede explicar pero él entiende. Quiere el final – dice la empática, suspira al sentir un último vestigio de emoción - Quiere que tú lo hagas Dean – la mujer sabe que piden demasiado, todos ellos piden demasiado al hombre pero él responderá. No es un castigo lo que pide Gwen, no castiga al hombre, evita el dolor a los otros dos.
Dean mira a Samuel pidiendo un permiso que le es otorgado. Toma el cuchillo y se acerca a su prima, escucha los gritos del demonio pero no los registra, sólo mira los ojos, directo a la oscuridad que reina en ellos. Un sólo movimiento y el filo se desliza certero en el pecho en busca del corazón que encuentra. Los ojos pierden la negrura para volver a su castaño natural entre fogonazos de luz. Ve los labios moverse y se acerca para escuchar sus palabras, un susurro antes que la muerte reclame un nuevo premio.
Retira el arma un segundo después de que su primo ingrese corriendo, no necesita pensar para saber lo que va a suceder, de pronto recibe un golpe directo en la mandíbula, debería lanzarlo al piso y sin embargo sólo logra inclinarlo hacia su izquierda, sin el tiempo de enderezarse es lanzado hacia el lado opuesto por otro golpe. No se resiste, no es porque se sienta culpable de esa muerte, sabe que no lo es, se siente asqueado por una muerte innecesaria, pero nada de culpa. No conoció a Gwen pero no importaba, era inocente y había entregado su vida para darles una oportunidad. Lo menos que les debía era servir de desahogo a Christian. No duró mucho de todas maneras, Samuel y Sam se lo quitan de encima explicando a gritos lo sucedido, él sabe que no importa, el dolor no cesa porque uno entienda que su ser querido se sacrificó en lugar de ser asesinado, en ocasiones sólo aumenta.
El hombre se tranquiliza y se acerca hasta el cuerpo sin vida de Gwen, le roza la mejilla con suma suavidad y Dean se pregunta qué tan cercanos serían, recuerda que no sabe nada sobre ellos, no sabe nada sobre el noventa y nueve por ciento de la gente que marchará a la guerra bajo su mando, “qué estupidez” piensa.
-¿Qué te dijo? - le pregunta su abuelo.
Dean quita de su mente esas preocupaciones y se concentra en las inmediatas.
-¿Qué averiguaron ustedes?
-Que Cielo e Infierno se han unido contra nosotros en un objetivo – informa Sam que de repente luce cansado.
-Liberar a Lucifer – arriesga el mayor dando en el clavo.
Samuel sólo asiente con la cabeza sin quitar la vista de Gwen y Christian.
-¿Así que qué será? ¿una guerra contra la humanidad por la liberación de Lucy?¿Y si perdemos se desata el Armagedón de nuevo? - cuestiona el rubio.
-Ángeles y demonios contra la humanidad para llevar a cabo la profecía cristiana – es Castiel quien habla desde la entrada.
-Cass, explícate bien porque me duele la cabeza y no quiero tener que pensar mucho para descifrar lo que dices – pide Dean.
-Puedo curarte – ofrece el ángel que ha reparado en los nuevos moretones de su cara.
-No necesito tus dedos mágicos, sólo que fuerces tu vocabulario a ser más simple.
La pulla sin sentido provoca que Sam se relaje y vuelva a ser él por completo, Selene lo siente y se maravilla al ver la sonrisa de medio lado que le dedica el mayor de los hermanos, provocar al ángel ha sido hecho con toda intención. Le devuelve un gesto a la vez que se acerca al menor, apoya su mano en uno de sus brazos tratando de demostrar que todo estaba bien, puede sentir sin esfuerzo que el hombre se encuentra mejor.
Ambos estaban agotados por el entrenamiento, el ataque a ella, el susto de casi perder a Dean, haber tenido que presenciar el interrogatorio a Gwen. El cansancio los obliga a sentarse en el piso, dejando descansar las espaldas contra la pared, ella se recuesta contra el hombre y sin pretenderlo cae dormida, él se siente extrañamente cálido sosteniendo el peso de ella, piensa que hace mucho no experimenta ese tipo de sentimiento, hace más de seis años.
-Una profecía es sólo uno de los futuros posibles – Castiel lo arranca de su momento - Dios puede ver cada uno de los futuros posibles. Para el resto sólo quedan las profecías que nos llegan a través de los profetas. La profecía del final cristiano es el Apocalipsis, la conocemos porque nos ha sido relatada, sin embargo ustedes ya cambiaron ese destino una vez. Demostraron que se puede salir del camino señalado, porque en eso trabajan los profetas, señalan un camino a seguir – Castiel mira a los hermanos – Estaba escrito que Dean sería la espada de Michael y Sam el recipiente de Lucifer, que el general de los ejércitos del cielo se enfrentaría a su hermano, el ángel caído y le vencería. Ese era el camino escogido dentro de un mar de posibilidades, el que Dios hizo lo posible por llevar a cabo. Pero ustedes hicieron algo nunca visto, se saltearon todas las entradas marcadas y eligieron una propia. Eso dejó al Infierno y al Cielo sin guía para continuar, el caos no es práctico y menos cuando uno tiene seres de increíble poder bajo su mando, así que han ideado un plan.
-Volver el final de los tiempos a su cauce – finaliza Dean.
-Exacto, sin embargo esto es nuevo, no se dan cuenta pero al declarar esta guerra están escribiendo un nuevo capítulo, uno que no estaba previsto.
-Por eso las resurrecciones – agrega Sam
-Sí, es como si la balanza del cosmos tendiera a equilibrarse, si la humanidad es amenazada un ejército debe levantarse para protegerla.
-¿Un ejército humano comandado por mí frente a ángeles y demonios? - dice Dean – Me parece que la balanza esa tiene un desperfecto.
-Yo puedo conseguir más equilibrio – confiesa el ángel.
-Si puedes ayudar no te hagas de rogar, di lo que pienses y punto – increpa Christian afectado por la muerte de su prima y la realidad inmensa de la batalla que se les viene encima.
Castiel y Dean lo miran de idéntica forma, una que lo deja clavado en el lugar, al parecer hablar de esa manera al ángel es privilegio sólo de su primo mayor. Desvía la mirada porque no puede sostener la de los otros dos a la vez. Por esa razón se pierde de ver la forma en que el rubio mira a Cass, casi como si con los ojos pudiera repetir palabra por palabra la frase de Christian.
-Armas, puedo conseguir armas para pelear y ángeles como soldados.
-¿Cuántos ángeles? - pregunta Samuel.
-Una centena.
No eran suficientes, pero era más de lo que tenían antes.
-¿De qué nos servirán las armas Cass? - interroga Sam – Se supone que no podemos matar ángeles.
-Yo lo he hecho – informa con sorna Dean.
-Sí – reconoce Castiel – Pero ellos no podrán, no sin nuestra ayuda. Necesitan tener las espadas manchadas con sangre nuestra. Sólo de esa manera les servirán.
-Cass yo lo he hecho sin nada, estoy seguro que podrían hacerlo de la misma manera.
-No – interrumpe el ángel – Nadie allá arriba sabe cómo fuiste capaz de matar a Zachariah, mucho menos sabrán cómo hiciste para matar a Raphael, no debería ser posible para un humano y hasta donde sabemos no lo es para el resto, no por sí solos.
Dean se vuelve contemplativo pero su abuelo no lo deja regodearse en las profundidades de sus muchas dudas e incoherencias.
-¿Qué te dijo Gwen antes de morir?
Levanta la cabeza y en su rostro todos ven la importancia de lo que está a punto de decir, el silencio cubre el espacio esperando ser interrumpido.
-Que nos queda un mes, ese es el tiempo que le dieron al demonio – los mira uno por uno revisando que entiendan lo que les dice – Nos queda un mes para que empiece el ataque.

Continuará...


JEJEJE falta menos, mucho menos... :D

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