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jueves, 7 de abril de 2011

Misión - Capítulo 21

Hoy sí que vengo a tiempo :) espero que les siga gustando!!

Les dejo el nuevo capi, en cuanto termine de publicar Misión, empezaré con Promesa que es el fic que estoy escribiendo ahora y después no sé que haré, jeje!! :P




Capítulo 21


DÍA 6

-Dean.
-Puta madre Cass, te juro que me vas a matar.
-Me dijeron que me buscabas anoche.
-Sí, nada serio – le extiende la mano - ¿Puedes arreglarla?
El ángel mira la mano inflamada en la que puede adivinar varios huesos fracturados.
-¿Qué estuviste haciendo?
-Jugando a la casita – contesta el otro con sarcasmo - ¿Qué te parece que hice? Entrenar, es lo que he estado haciendo cada maldito día.
Castiel sólo lo mira, traspasando con sus ojos los ajenos y el hombre decide volverse serio.
-Decidí practicar masoquismo con la cara de Ariel.
-¿Te hizo eso también? - pregunta señalando las heridas del rostro y brazo.
Dean hace un gesto de molestia no queriendo hablar, pero haciéndolo.
-Nop, Sam, bueno, en realidad fueron las esquirlas de la pared que destruyó ayer. - le devuelve la mirada al ángel, quien se acerca y empieza su trabajo – Debiste verlo, fue genial – agrega entusiasmado – De repente fabricó una bola de energía y la hizo explotar, atravesó la pared, ¡¡dejó un boquete!! - volvió a la seriedad – Lo logrará Cass.
-He aprendido a confiar en su capacidad – retira la mano dejando todo en orden – En la de ambos – agrega.
Escuchan unos pasos que se acercan.
-Buen día – saluda Sam y se cerca junto a ellos enfrentado a su hermano mientras le devuelven el saludo. - ¿Qué hay en tu lista hoy? - pregunta a Dean.
-Se supone que otra sesión con los demonios, pero estoy pensando que no tiene sentido.
-¿De qué hablas? - cuestiona Sam.
-Sólo digo que ya sabemos pelear contra ellos, no es así como deberíamos entrenar, más que nada creo que deben entrenar demonios contra ángeles.
Sam roza su entrecejo con los dedos.
-Va a ser un desastre.
-Cass – dice y el otro se concentra en él – Si tienes que luchar contra alguien, si tienes que matar a alguien, a quién elegirías ¿Anna o Alastair?
Sam lo entiende.
-Demonios preparados por ángeles para matar a sus iguales y viceversa, usar el odio que ya se tienen junto con una mejor preparación – teoriza.
-¡Exacto! - concede Dean y le dedica una sonrisa
-Creo ver tu punto, Michael no mezclará sus fuerzas hasta que decidan empezar el ataque, eso creará confusión entre ellos – acepta Castiel - ¿Cómo lo llevaremos a la práctica?
Dean se queda pensando pero es Sam quien les da la respuesta.
-Contigo y Crowley, Cass. Ya han trabajado juntos, aunque no se agraden se conocen más de lo que se conoce el resto, con algunos de nosotros como intermediarios creo que puede hacerse.
-No puede... – interviene su hermano – Debe hacerse. No tenemos alternativa, debemos dejar de vernos como humanos, criaturas, ángeles y demonios, ahora somos el ejército de la tierra, somos uno.
Castiel asiente mientras observa la dinámica de los hermanos, parecían complementarse uno al otro.
-Hay algo más en lo que he estado pensando – agrega Dean – Estoy seguro que la batalla será aquí, puedo sentir que vendrán a buscarnos – mira a los otros dos – Debemos evacuar a todos los que no pelearán.
-Es cierto, pero no querrán irse hasta último momento – concede Sam.
-No importa, se quedarán hasta la última semana el último día si quieren, pero deberán irse eventualmente – inclina la cabeza – Sam, quiero que mamá esté en ese grupo.
El menor busca los ojos verdes pero estos se mantienen esquivos.
-Estoy de acuerdo, igual que lo estarán papá y Samuel, pero no creo que ella quiera.
-No me importa, no será negociable, se irá de aquí lo quiera o no.
-¿Le darás la opción al menos antes de…lo que sea se te haya ocurrido? - inquiere Sam
-Lo haremos, pero si se niega la sacaremos a la fuerza si es necesario.

DÍA 7

Demonios, ángeles y todos los bastardos entre ellos, que si Cass y Crowley no se ponían de acuerdo los mataría él mismo y se ahorraría todo el jodido problema.
-Cass – el ángel retira su penetrante mirada del demonio y la posa en el hombre – Crow – el rey del Infierno imita al ángel – No me importa un huevo cómo lo hagan, pero se pondrán de acuerdo, porque si no lo hacen no los quiero – ambos seres lo miran sin creerle pero deberían mirar mejor porque está hablando terriblemente en serio – Prefiero pelear sin sus bandos que perder los valiosos días que tenemos en sus triviales discusiones. Quiero que más tardar a las 15 horas del día de hoy sus grupos estén entrenando juntos y no quiero muertes, si alguien mata me cargo al asesino sea quien sea.
Dos pares de ojos se clavan en él estudiando su resolución y descubren que es firme, sin entender cómo el ángel y el demonio se ven impulsados a acatar la orden. Asienten en silencio y se prestan a retirarse sin ánimos de molestar más al hombre, uno porque no quiere perder su posibilidad de sobrevivir, el otro porque respeta a quien ha hablado.
-Cass – el ángel se detiene pero el demonio sigue su camino - ¿Por qué nos dan tiempo?
-¿Michael?
-Sí.
-Necesitan recipientes, no es fácil conseguirlos, lleva unas cuantas semanas convencer a los humanos.
-Tú trajiste a tu gente de inmediato.
-Sí, pero ellos son todos ángeles destinados a la Tierra desde hace siglos. Por eso se han visto impulsados a luchar de nuestro lado.
-¿Porque éste es su destino de trabajo?
-No, porque han conocido a los humanos y, al igual que yo y Anna en su momento, conocerlos nos ha modificado de alguna manera, deseamos pelear para protegerlos, para darles una oportunidad.
El hombre medita sobre lo que le ha sido revelado.
-Gracias Cass.
Castiel se marcha pero después de haberse alejado unos metros se vuelve y dice unas palabras que el cazador no alcanza a escuchar.
-Gracias a ti Dean.

*****
Finalmente esa tarde los cazadores y criaturas sobrenaturales pueden apreciar un ataque entre ángeles y demonios, hay heridos leves pero ningún muerto. La batalla es terrible y hermosa a la vez, todos observan e intentan aprender, a acostumbrarse a eso que van a vivir de manera muy real en pocos días.
Dean se siente satisfecho y se marcha junto con Sam para seguir con el entrenamiento privado, a medida que caminan la gente los saluda con respeto y no puede evitar una sonrisa irónica que no pasa desapercibida a los hoy grises ojos de su hermanito.
-¿Qué es tan gracioso?
-Durante años no fui más que un bufón, todo mundo creía que podía ser hábil pero también era idiota, nunca generé mucha confianza ciega y ahora resulta que hay miles de personas y seres que me saludan con respeto. Demonios Sammy, si cuando fuiste a buscarme hace un tiempo. me hubieran dicho que terminaría así. se me habrían salido los pulmones de tanto reírme.
Sam entiende el motivo de la ironía de su hermano pero adivina algo más debajo de esa perorata.
-La gente siempre ha confiado en ti Dean.
-No me jodas Sammy, la gente sabía que era peligroso, pero nunca nadie ha confiado en mí.
-Yo lo hice.
Se miran y el mayor no puede negar la verdad de esas palabras.
-Tienes razón hermanito, tú lo hiciste.
-Yo lo hago – aclara y recibe una muestra de la perfecta dentadura de su hermano, cuando Sam ve esa sonrisa suele preguntarse cómo sería el mundo si a su hermano se le concediera mostrar esa contagiosa y dichosa expresión más seguido.

DÍA 8

Maldito entrenamiento, malditos los demonios y ángeles y maldito él por sobre todas las cosas, maldito su destino y su futuro, su pasado y su presente. Malditas las noches sin sueño y el sueño bañado de pesadillas. La nada blanca que crecía, el vacío enorme, insondable. Cada parte de su cuerpo que dolía, cada parte de su alma desgarrada, su corazón herido. Todo él maldito.
Estaba cansado, mortalmente cansado, no sabía de dónde sacaba las fuerzas cada día, pero las obtenía, de donde fuera. Sólo la cena con su familia, las charlas con su hermano, las noches con Jo lo mantenían de pie y la seguridad absoluta de que era su trabajo protegerlos, su labor salvarles y lo haría, sólo debía entender el puto sueño de una puta vez.
-¡¡NO ME IRÉ!! - y esa era la voz furiosa de su madre, rayos, no la escuchaba desde los cuatro años, una vida y de repente tantos recuerdos de ese tono dirigido siempre a su marido, tampoco era esa un excepción.
John salió furioso de la casa, galponcito más bien, que todos compartían, vencido en una tarea que también derrotara a Samuel.
-No puedo con esto hijo, no me hará caso – lo mira unos segundos – Tendrás que hacerlo tu.
Dean asiente y toma el lugar del padre ingresando en la habitación abandonada. El padre parece estar viendo un recuerdo de días pasados, su hijo tomando la responsabilidad del hombre y llevando a cabo el cometido.
Mary ve entrar a su hijo y no le gusta saber que han mandado lo han mandado en esa misión que se traen, no quiere pelear con él, lo que es más importante, no sabe si podrá negar algo que le pidan Dean o Sammy.
-No me iré, Dean.
-Sí lo harás – dice el joven seguro.
-No los abandonaré, no de nuevo.
Su hijo se acerca a ella y la mira serio, Mary tiene que alzar la vista para verlo y le duele porque se perdió tanto de ellos, tantas cosas que sabía nunca le contarían, se moría de ganas de preguntar a sus hijos como había sido su infancia, Sam podría contestar, contaría alguna de sus historias y hasta podría hablar de alguna desventura. Dean se limitaría a algún momento divertido o mínimamente feliz y no saldría nada más de su boca. Las cosas que ella quería saber, lo que sufrieron, lo que tuvieron que hacer para sobrevivir de pequeños, Sam no las conocía todas y Dean jamás las reconocería.
-Mamá, no lo hiciste, no fue algo que planearas.
-Si no hubiera hecho el trato...
-Ni Sam ni yo estaríamos vivos, a pesar de todo me gusta estar vivo – jamás nadie haría que le contara que tanto él como su hermano habrían preferido no existir a tener que pasar por todo lo que habían pasado y causado – Además Sam y yo hicimos nuestros propios tratos y meteduras de pata, es algo de familia.
-No lo haré – insiste con los ojos llenos de lágrimas Mary.
-Si te quedas ni Sam ni yo podremos luchar tranquilos, estaremos cada segundo pendientes de que nada te pase – tomó a su madre de los hombros – No puedo hacerlo, no contigo aquí, así que no te voy a ordenar, ni a sugerir, te lo voy a rogar, te ruego que te vayas, necesito saber que estarás a salvo de todo esto. Por favor mamá.
Mary sabía que pasaría eso si sus hijos se lo pedían, sabía que cedería.
-Está bien Dean, lo haré. Pero me quedaré hasta el último día.
Su hijo la abrazó de la misma manera que lo hacía cuando no era más que un niño, con la diferencia que ahora la rodeaba por completo y aunque ella se moría por hacerle sentir seguro quien lograba eso era él, encerrándola entre sus fuertes brazos y apoyando la fuerte barbilla contra la coronilla de su cabeza, podía imaginarse como una niña pequeña protegida de todo el mal del mundo.
-Gracias mamá.
A ella le daban ganas de gritar que sus hijos no tenía por qué hacerse cargo de su seguridad, que debía ser justo lo contrario, pero aún conocía al mayor y entendía que era más importante para él mantenerla a salvo que recibir su ayuda, así que se tragó las protestas, las lágrimas, la bronca, la culpa y sólo devolvió el abrazo intentando transmitir a su angelito de anchas espaldas todo el amor que sentía por él.
Es un respiro en medio de tanta locura y Dean lo atesora en un rincón de su ser que suele guardar cada uno de los momentos de felicidad que ha pasado. Es sólo una brisa de cariño, pero le da fuerzas para terminar el día.

**************************

Quiero que ella vuelva. Quiero que mi niña vuelva señor” imploraba el hombre que no lo era.
“Nada puedo hacer por ella hijo, su vida se ha ido”
“Yo soy quien sirve, quien protege, nadie debería morir protegiéndome a mí. Por favor señor, si no puedes devolver su vida le entrego la mía” dijo el hombre que no lo era y un coro de voces se alzó en protesta.
“Hijo no puedo hacer eso, tomaría tu existencia por completo, nada quedaría de ti y no fue por eso que te envié allí”
“Por favor señor, se lo imploro, por favor no la deje morir, ella es especial”
“Primero quiero que me cuentes que viste”
El hombre que no lo era contó todas sus experiencias, pero su voz flaqueó ante la última.
“Encontraste entonces la razón para su esperanza”
Al hombre que no lo era le dolía contestar esa pregunta, sentía tanto pesar, incluso odio por el final de la niña que no podía ver motivo para darles esperanza.
“No lo hice mi señor”
Su superior le sonrió con ternura y le dijo “¿No es acaso el sacrificio de la niña corazón muestra suficiente de que hay cosas buenas en ellos?”
“Pero mi señor” contestó el misionero “¿No es una muestra tan mala como la anterior buena, el hecho de que sean capaces de matar ese tipo de bondad?”
“¿Y por qué hijo mío, han de pesar más sus pecados que sus bondades. Debo dejar su especie sin esperanza por culpa de un conquistador o debo dársela por la niña que brindo su vida para salvar la tuya?. Más importante aún ¿qué sentiste cuando ella murió por ti?”
El hombre que no lo era intentó hablar pero no lo consiguió, sus ojos se velaron y por sus mejillas comenzaron a rodar lágrimas. Era la primera vez que uno de ellos lloraba. La noticia de tal milagro se extendió con rapidez.
“Yo sólo pido que ella vuelva mi señor”
“Sabes que el precio será muy alto”
El hombre que no lo era detuvo sus lágrimas y sonrió con decisión.


Continuará... 


Besos y Suerte!! 

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